ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.

ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.
ANA LODOLO DE COIZ, un símbolo de la imigración friulana, llegada a la Colonia 3 de Febrero en 1879

jueves, 6 de mayo de 2010

LLEGADA DE LOS FRIULANOS A PARANA

Los hermanos Brugo, que continuaron el negocio de su padres tras su fallecimiento, la casa Ángel Brugo e Hijos que se ubicaba en calle Comercio e Industria (España y Italia), eran también Agentes Marítimos y, además de sus propios vapores, representaban a la poderosa "La Platense- Flotilla Company Limited", de las carreras a Buenos Aires, Rosario, Asunción, etc., cuyos principales vapores eran: "Carry", "Aurora", "Diana", "Ceres", "Castor", "Saturno"; etc. Esta relación se apunta porque por ambos lados estaban vinculados estrechamente con la llegada de pasajeros e inmigrantes al puerto de Paraná, lo que les permitía conocer con precisión estos movimientos.
Si bien son numerosas las estimaciones sobre la llegada de los primeros inmigrantes a lo que fue luego la Colonia “3 de Febrero”, algunas de ellas relacionándolas con la llegada de inmigrantes a Paraná en enero de 1879 y otras, como el autor Cayetano Ripoll, haciendo mención que el arribo se produjo en julio de 1879, ninguno hasta ahora había podido dar una precisión más aproximada a la realidad.
Sin embargo, el dato más preciso sobre el arribo de las primeras familias friulanas se recata de una pequeña información publicada en el periódico "El Argentino", Nº 602, Año V; del martes 15 de abril de 1879: "Familias Colonas. Han llegado varias familias para los empresarios de la nueva colonia en los terrenos de San Miguel. El asunto colonización en el Departamento Paraná va a vapor. !Cuánta actividad, cuánto empeño y cuánta perseverancia se nota en los hombres de progreso que han tomado sobre sí la tarea de regenerar el Departamento del Paraná!".
Si se tiene en cuenta la floreciente actividad comercial y sus amplias relaciones en el medio, incluida la prensa, por parte de los hermanos Brugo y que el citado periódico salía los martes, jueves y sábados, es de suponer que los inmigrantes friulanos llegaron a Paraná entre el Sábado y el Domingo de Pascua, 13 de abril de 1879. No por una casualidad, precisamente el 11 de abril, Viernes Santo, la Comisión de la Iglesia de San Miguel y Nicolás Arriola firmaban el contrato para la explotación de los campos de "del Castillo" ante el escribano Casiano Calderón.
Además es coincidente esta fecha con la llegada otros fiulanos el  jueves17 de abril de 1879 para poblar Avellaneda, pcia. de Santa Fe, ya que muchos apellidos son los mismos que poblaron San Benito.

VÍNCULOS ENTRE NICOLÁS ARRIOLA Y LOS HERMANOS BRUGO

La ocupación de los terrenos que formarían la Colonia “3 de Febrero” no puede tomarse como un hecho aislado o casual, ya que está ligada con la llegada del segundo contingente de inmigrantes a Paraná a principio del año 1879, en el marco de la Ley Nº 817/76 por la que desde hacía dos años habían comenzado a ingresar al país grandes contingentes de extranjeros.
Ya se ha apuntado que la Colonia "3 de Febrero" se instaló en los campos que fueron de don Vicente del Castillo, adjudicados en 1878 a la Comisión Pro-Construcción de la Iglesia San Miguel de Paraná y que esta Comisión le transfirió la explotación de los mencionados campos al agrimensor Don Nicolás Arriola, quién, a su vez, tenía una estrecha relación comercial y política con los hermanos Juan José y Carlos Antonio Brugo. N. Arriola y Juan José Brugo fueron elegidos Municipales (Concejales) Titulares en la Sesión del 12 de febrero de 1877 de la Municipalidad de Paraná, con 140 votos. Desde estos cargos, tanto Arriola como Brugo fueron estando al tanto de la corriente inmigratoria que se produciría.
Más que nada, es importante destacar la relación política de los principales emprendedores de la nueva colonia ya que tenían una fuerte vinculación con el poder de turno desde hacía tiempo. Tanto Nicolás Arriola como los hermanos Brugo pertenecían a la Comisión Directiva del Club "25 de Mayo", en la que el primero era Secretario y los otros Vocales; este club político, era partidario del Gobernador Febre y auspiciaba la candidatura a Gobernador del Coronel Juan Francisco Antelo, quién en ese tiempo era Jefe Político del Departamento Paraná (Jefe de Policía) e integrante del la Comisión del Templo de San Miguel.
En la faz comercial, el agrimensor Nicolás Arriola tenía su oficina en la ex-calle Ramírez (hoy San Martín), a una cuadra y media al norte de la Plaza 1º de Mayo, según lo consigna un aviso publicitario en el Periódico "El Argentino" del 13 de junio de 1878 y trabajaba en sociedad con el agrimensor Teodoro Vidaechea.

EMPERADOR FRANCISCO JOSÉ, EL "CECCO BEPPE"

LOS AUSBURGO. FAMILIA IMPERIAL DE AUSTRIA
Los inmigrantes friulanos llegados a San Benito a partir de abril de 1879 tenían origen austríaco en su gran mayoría, teniendo en cuenta que habían nacido en una región que recién en 1866 había pasado a ser de la corona de Italia.
El respeto, casí veneración, hacia el Emperador Francisco José II era notorio y no faltaba entre las primeras humildes casas de la colonia el cuadro del “Cecco Beppe”, como se lo llamaba familiarmente.
El Emperador Francisco José II era nacido en Schönbrum el 9 de agosto de 1830 e hijo del archiduque Francisco Carlos y de Sofía, Princesa de Baviera. Sucedió en el trono a su tío Fernando I, en virtud de la abdicación que éste hizo en 1848 y de la renuncia a la sucesión en el trono que hizo su padre.
Los títulos nobiliarios acumulados por el Emperador eran numerosísimos. Entre ellos se destacan los siguientes: Emperador de Austria, Rey Apostólico de Hungría, Rey de Bohemia, de Dalmacia, de Croacia, de Esclavonia, de Goritzia, de Lodomeria y de Ilyria, Rey de Jerusalem, etc., Archiduque de Austria, Gran Duque de Toscana y de Cracovia, Duque de Lorena, de Salzburgo, de Styria, de Carintia, de Carniola y de Bukobina, Gran Príncipe de Transilvania, Margrace de Morabia, Duque de la Alta Silecia, de Módena, de Parma, de Piascencia y de Guortralla, de Auschwitz y Zetor, de Teschen, de Rasul, de Ragusa y Zora, Conde Príncipe de Hasburgo y Tirol, de Kiburgo, de Goritz y Gradisca, Príncipe de Trento y Brixen, Margravede de la Alta y Baja Luxacia y de Istria, Conde de Hohenembs, de Feldkisch, de Brigancia, de Sonemberg, etc,; Señor de Trieste, de Cattaro y de la Marche Wende, Gran Vojvode de la Vojvodia, de Servia, etc; Majestad Imperial y Real.

PARTICIPACIÓN DE LOS HERMANOS BRUGO

Hasta que la Comisión del Templo San Miguel de Paraná celebró el contrato de explotación de las tierras que habían sido de Vicente del Castillo en el Distrito Sauce con Nicolás Arriola, los hermanos Juan José y Carlos Antonio Brugo nada habían tenido que ver con las mismas. Recién a partir de la vinculación de estos hermanos con el nombrado Arriola comienzan poco a poco a tener mayor influencia sobre las mismas, hasta quedar como únicos dueños. Más que dueños, al principio eran poseedores y así mismo comenzaron a vender las parcelas de la Colonia 3 de Febrero; también pretendían la tenencia de los campos linderos por el norte y por el este de donde se haría la nueva colonia, que hasta entonces eran de doña Catalina Ledesma de Mansilla y del teniente José María Soto respectivamente.
Sin embargo, la participación de los hermanos Brugo comienza a hacerse notar a partir de una ley dictada el 16 de febrero de 1881 que en su Artículo 1º decía: "Autorízase al Poder Ejecutivo para que mande a abonar al Sr. Juan S. Brugo hasta la suma de mil quinientos pesos fuertes por los gastos ocasionados en la mensura y subdivisión de la Colonia 3 de Febrero". Esto significa que tenían mucha influencia ante el gobierno para lograr no sólo la tenencia sino que el gobierno les pagara por el trabajo para su beneficio personal, siendo que esta colonia fue fundada por los hermanos Brugo de forma privada.
El usufructo del poder los benefició sobradamente, con la ley mencionada y porque en la zona se fueron quedando con varios campos. En el Registro de Títulos (foja 170), en 1880, la firma Ángel Brugo y Cía. (posteriormente Brugo Hnos.), obtuvo 706 hectáreas en el Distrito Sauce entre los siguientes linderos: al norte Antonio Bouvier, Ruda, Micheloud, Genolet y Sierra, al sur Cristóbal Aldana y Romualdo Aldana, al este Santiago Cabrol y al oeste el arroyo El Saucecito; estos campos estaban ubicados dentro de la horqueta que forman los arroyos Las Cruces y Saucecito. También obtuvieron otro campo de 350 hectáreas en la misma zona, al sur del campo de 706 hectáreas. Ese mismo año Carlos Brugo, en sociedad con José Viñas, obtuvo 150 hectáreas en las inmediaciones de los campos mencionados anteriormente, lindando al oeste con el Camino de la Cuchilla. Estas 1.206 hectáreas se ubican en la jurisdicción actual del municipio de Oro Verde.
Según consta en el Registro de la Propiedad, el Gobierno de la Provincia le vendió a don Juan José Brugo un campo en áreas fiscales (que fuera el del ex-Teniente José María Soto), que, según la mensura realizada por el agrimensor Teodoro Vidaechea (socio de Nicolás Arriola), tenía 414 hectáreas y 5 áreas y se ubicaba al este de la Colonia “3 de Febrero”, Por este campo Brugo pagó en total 461,50 pesos fuertes, a razón de 1,12 pesos fuertes la hectárea. Lo curioso fue la forma de pago que le concedió el Gobierno, ya que hizo una entrega de 18,40 pesos fuertes en Bonos Territoriales y 6,10 pesos fuertes en efectivo, 24,50 pesos en total y el saldo a pagar en 19 letras a vencerse entre los años 1882 y 1900, por un valor total de 437 pesos fuertes, con cuotas anuales e iguales de 23 pesos fuertes, según la liquidación que consta en el Exte. Nº 622.
También el Gobierno de la Provincia, el 19 de octubre de 1882, le vendió a Juan José Brugo otro campo en áreas fiscales, que, según la mensura realizada por Nicolás Arriola el 21 de octubre de 1880, tenía 470 hectáreas y 50 áreas, campo que había sido de doña Catalina Ledesma de Mansilla y lindaba por el sur con la Colonia “3 de Febrero”, desde Las Tunas hasta La Loma. El pago total de este campo fue de 511,99 pesos fuertes, a razón de 1,09 pesos fuertes la hectárea; la primer cuota al contado fue de 27,19 pesos y el saldo con 19 pagarés anuales de 25,08 pesos, a partir del 23 de abril de 1883 hasta el 22 de abril de 1901, según la liquidación realizada el 20 de junio de 1882.
Solo basta con analizar la escritura de venta hecha por Don Juan José Brugo a Don Juan Bautista Solaro el 31 de diciembre de 1886 de la Concesión Nº11 (37 hectáreas-20 cuadras cuadradas) en 450,50 pesos fuertes, es decir a 12,17 pesos fuertes la hectárea, para comprobar el gran negocio que significó la Colonia “3 de Febrero” para los hermanos Brugo ya que vendieron a un precio diez veces superior, a seis años de plazo, cuando ellos habían comprado a veinte años de plazo; en este negocio ganaron alrededor de 11 pesos fuertes la hectárea y, tratándose de una 2.740 hectáreas, recogieron más de 30.000 pesos fuertes, una verdadera fortuna para esa época.

COMISIÓN PRO TEMPLO DE SAN MIGUEL DE PARANÁ

La última etapa de las tierras donde se asentaron los colonos friulanos a partir de 1879 en lo que luego sería la actual jurisdicción del municipio de San Benito fue la que concluyó con la tenencia de las mismas por parte de la Comisión que se encargaba de juntar fondos para terminar, al fin, la iglesia San Miguel Arcángel de Paraná, cuya construcción había comenzado por 1822 y por muchas razones no se había logrado terminar en más de cincuenta años. Por 1875 algunos influyentes del gobierno pretendían hacer de dicha iglesia la Catedral de Paraná.
IGLESIA SAN MIGUEL DE PARANÁ
Al formarse una Comisión para encarar la terminación de la Iglesia de San Miguel, el 1º de octubre de 1872 don José María Ortiz, Jefe Político del Paraná, envió al Ministro General de Gobierno, don Ramón Febre, la siguiente comunicación:
"Se ha recibido en esta Jefatura Política la respetable nota de ese Ministerio de 22 del mes ppdo. incluyendo el Superior Decreto sobre Templos.
He dado conocimiento de él a los Sres. que compone(n) la Comisión que se propone terminar el Templo de San Miguel y he recogido los datos que tengo el honor de acompañar sobre los trabajos que se han practicado.

Como verá el Señor Ministro la Comisión cuenta desde ya con un valor de diez mil veinte pesos, sin contar con el trabajo hecho desde tiempo atrás en el Templo, cuyas paredes se encuentran a una altura de cuatro varas sin contar los cimientos, trabajo cuyo valor no excederá de 25.000 pesos y que debe también tenerse presente.
Las personas que componen la Comisión son: Presidente Don Ramón Sola, Secretario Don Antonio García y García, Tesorero Faustino Parera, Vocales D. Francisco Soler, D. Abdón Zabala, D. Domingo Comas y Don Manuel Ortíz. Dios guarde a Ud.".

Pese a los trabajos de mensura realizados en el año 1875 por parte del Inge. Melitón González, el 8 de enero de 1878 el Jefe Político del Departamento Paraná, Don José Francisco Antelo y el agrimensor Nicolás Arriola firmaron un convenio con la finalidad de practicar algunos trabajos de mensura en el ejido de Paraná y en los campos de "del Castillo"; el Artículo 2º de este convenio decía lo siguiente: "Medirá y ubicará todo el campo que fue de Castillo y en la fracción que se encuentra al Este del Arroyo Las Tunas procederá a dividirlos en chacras, ateniéndose a la forma que para el efecto establezca el Eximo. Gobierno de la Provincia". Por este trabajo Nicolás Arriola debía recibir 2.000 pesos fuertes, a razón de 300 por mes y el resto dos meses después de entregar el trabajo, para el que le dieron tres meses de plazo para finalizarlo.
El 8 de abril de 1878 el Gobierno resolvió aceptar y aprobar el referido contrato, con algunas observaciones. Se debería hacer saber al representante de la Iglesia para que se imponga de la ubicación que se daría a los "terrenos de la Iglesia" y cuyo asunto se reservaba el Gobierno para resolver en oportunidad oyendo a este apoderado y al de la Municipalidad de Paraná. También se ordenó que, por el Departamento Topográfico, se dieran las instrucciones de acuerdo con las disposiciones vigentes al respecto, de tal modo que en la subdivisión del terreno denominado de “del Castillo” los vientos y arrumbamientos de las calles concuerden en lo posible con las del Ejido de Paraná (lo que puede apreciarse que se respetó)
Esto muestra que, al menos desde fines de 1877, la Comisión Pro Templo de San Miguel, a través de las autoridades de la Iglesia, gestionaba las tierras que fueron de don Vicente del Castillo para explotarlas con la finalidad de juntar fondos.
El Gobernador Ramón Febre, el 1º de junio de 1878, firmó un Decreto por el cual se pasó a manos de la Comisión del Templo de San Miguel de Paraná las tierras fiscales que habían sido de don Vicente del Castillo. Lo llamativo de este Decreto es que ni su original quedó en el Archivo General, ni tampoco fue publicado en la Recopilación de Leyes y Decretos de ese año.
Mediante Nota Nº 90, fechada en Paraná el 17 de setiembre de 1878, el Jefe Político del Paraná, don José Francisco Antelo, se dirigió al Ministro de Gobierno de la Provincia, Don José R. Baltoré, en los siguientes términos:
“Cumpliendo con la disposición contenida en el Decreto Gubernativo, dictado el 1º de junio último, por el cual quedan cedidos a favor de la obra del Templo de San Miguel en esta ciudad los terrenos denominados de Castillo en el Distrito Sauce de este Departamento, acuerdo que S.S. se sirvió comunicarme con nota de la misma fecha, procedí a poner en posesión de dichos terrenos al Señor Presidente de la Comisión de la obra del Templo, levantando el Acta correspondiente, con las formalidades del caso; habiendo asistido a este acto, el agrimensor don Nicolás Arriola y el Secretario de la Comisión de la obra del Templo.
El Presidente de la Comisión me ha pedido ruegue a S.S. la pronta remisión de todos los antecedentes que se relacionan con los terrenos donados, y a que se refiere el último párrafo del acuerdo del Gob. para proceder en su consecuencia, pues hay motivos para creer en la pronta realización de estos terrenos en beneficio de esta importante obra, cuya paralización por falta de fondos es doblemente perjudicial. Dios guarde a S.S. José Francisco Antelo".
El 25 de setiembre, en Concepción del Uruguay, el Ministro Baltoré recibió el expediente y, mediante Providencia, requirió al Departamento Topográfico la remisión de los antecedentes solicitados.
Juan Czetz, Jefe del citado Departamento, el 26 de setiembre respondió:
"Cumpliendo con el Superior Decreto que antecede, el Departamento Topográfico ha revisado su archivo y encontró como únicos antecedentes relativos a la cesión de los terrenos denominados de Castillo, a favor de la obra del Templo de San Miguel, el Superior Decreto de fecha junio 1º del corriente año y el nombramiento del agrimensor Nicolás Arriola para la mensura y subdivisión de dichos terrenos en lotes de Colonias, que se habría verificado en el mes de enero del corriente año para el ejido de Paraná y para el campo de Castillo, expidiéndose al efecto instrucciones por esta Oficina con fecha 8 de abril.
Existe además la mensura practicada por Orden Superior en estos mismos terrenos de Castillo, por el ex Presidente de esta oficina, don Melitón González, en agosto de 1875, de cuya mensura se ha copiado el plano adjunto que podrá servir a la Comisión de la obra del Templo para los fines que estime convenientes. Es cuanto puede informar esta oficina al respecto".
Se puede corroborar que hasta setiembre de 1878, al menos una copia del decreto del 1º de junio, o tal vez el original, estaba en el expediente mencionado anteriormente; a partir de allí desapareció.
El 11 de abril de 1879, Viernes Santo, ante el escribano Pedro Calderón comparecieron los Sres. Ramón Sola, Presidente de la Comisión para la construcción del Templo de San Miguel y los miembros de ella Coronel José Francisco Antelo y don Manuel M. de Fontes, vecinos de la ciudad, casados y hábiles y exhibieron en primer lugar un documento que decía:
"A los 13 días del mes de junio de 1878, reunidos el Jefe Político de este Departamento del Paraná, Coronel José F. Antelo y el Sr. Don Ramón Sola, Presidente de la Comisión para la construcción del Templo de San Miguel, el Señor Don Nicolás Arriola, ingeniero agrimensor, con el Secretario de la dicha Comisión D. Manuel M. Fontes, se trasladaron a los terrenos denominados de Castillo, al oeste de esta ciudad, sobre al arroyo de Las Tunas y fuera de los que corresponden al municipio, dándose lectura de una nota y acuerdo del Eximo. Gobierno de la Provincia, por el cual dichos terrenos son cedidos a favor de la dicha obra del Templo de San Miguel y para que a ese fin sean administrados, vendidos o colonizados en forma de Colonia, por la misma comisión que debe disponer de su valor, el Señor Jefe Político suficientemente autorizado por el Eximo. Gobierno de la Provincia, previa lectura de la nota, acta de sesión y de la autorización correspondiente, puso en posesión de los expresados terrenos al mencionado Sr. Presidente de la obra del Templo que la tomó en la forma que corresponde, designando al Sr. agrimensor los puntos linderos a los mencionados terrenos que se determinarán precisamente en el plano que el mismo debe levantar de ellos..."
Con la documentación presentada ante el escribano Pedro Calderón procedieron a expresar que convenían el siguiente Contrato:
"Artículo 1º.- La Comisión del Templo de San Miguel cede a favor del agrimensor público Don Nicolás Arriola todo el campo que fue de Don Vicente del Castillo, situado a la margen derecha del arroyo Las Tunas, para colonizarlo dentro del término de tres años a contar desde el día que quede este contrato reducido a escritura pública.
Artículo 2º.- La Colonización se hará por medio de concesiones de veinte cuadras cuadradas para cuyo efecto en Señor Arriola procederá al deslinde del terreno cedido, lo subdividirá y amojonará cada chacra, separándolas unas de otras por calles de veinticinco metros.
Artículo 3º.- Queda estipulado el precio de diez mil pesos fuertes por legua cuadrada de terreno cedido, debiendo el Sr. Arriola entregar a la Comisión de la obra del Templo el valor de la chacra o chacras que vendiese tan luego como al comprador se le hubiese extendido la escritura de transferencia.
Artículo 4º.- No podrá el Sr. Arriola buscar colonos extranjeros para ocupar estas tierras entre los que se encuentren establecidos en la Provincia, pero sí podrán ser argentinos.
Artículo 5º.- Vencido el término de los tres años sin haberse colocado por el Sr. Arriola todas las concesiones, tiene éste la obligación de entregar a la Comisión del Templo de San Miguel subdivididas y amojonadas las chacras que no se hubiesen vendido hasta entonces.
Artículo 6º.- Los gastos de mensura, subdivisión amojonamiento y escrituración de todo lo que se tramitase referente a este contrato hasta el vencimiento de los tres años será de cuenta del Sr. Arriola.
Artículo 7º.- Una vez aceptado este contrato por ambas partes se procederá a elevarlo a escritura pública por cuenta del concesionario y desde esa fecha empezará a contarse el plazo de seis meses para la operación de mensura, subdivisión y amojonamiento de los terrenos.
Artículo 8º.- El Sr. Arriola tiene la obligación de entregar a la Comisión de San Miguel tres copias del plano del terreno subdividido, además del que debe acompañar a la escritura pública".
Además dijeron los Sres. Presidente y miembros de la Comisión que en uso de las facultades concedidas por el Eximo. Gobierno de la Provincia y elevado este contrato a escritura pública, se obligaban a su fiel cumplimiento pudiendo por lo tanto el Sr. Arriola desde esa fecha disponer libremente del citado campo con arreglo al contrato celebrado.
La diligencia de mensura iniciada por Arriola se hizo en presencia del Alcalde del Distrito Sauce, Don Feliciano Montrull, a partir del 8 de febrero de 1879, resultando coincidente con la realizada por el agrimensor Melitón González en 1875; se hace mención en esta mensura a la casa de Juan Mendoza (N19º14´E) desde el mojón sur de la otra fracción de del Castillo en el ejido de Paraná), al ombú de la tapera de Del Castillo y al ombú de la tapera de Calixto Arredondo, como también al lindero Vicente Bouvier donde antes figuraba Ibarra. El área del campo resultó de 1.101 cuadras cuadradas, más 7.589 varas cuadradas. El campo estaba comprendido en la Zona 9º y era de Tercera Clase, sin montes y sin aguadas permanentes; esta escritura fue firmada recién el 8 de octubre de 1880.
En cuanto a la subdivisión del campo en chacras, según la mensura general, esta se hizo dividiendo en chacras de 20 cuadras cuadradas cada una, dejando calles de 25 metros de ancho entre ellas y respetando las líneas de las del ejido de Paraná en el rumbo este-oeste, de acuerdo a lo que había dispuesto el Gobierno Provincial.
La citación de linderos fue hecha firmar el martes 15 de abril de 1879; firmaron Don E. Candioti por Maximiliano Hernández, Cristóbal Aldana y por Juan José Brugo y Cía., Carlos Brugo, cuando ya hacía dos días que los primeros inmigrantes friulanos habían llegado a Paraná.
El 13 de febrero de 1881, por gestión del Coronel Pedro M. González, representante de la Comisión constructora del Templo de San Miguel de Paraná, recién se expidió desde la Escribanía de Gobierno el testimonio correspondiente sobre la propiedad otorgada por el Decreto del 1º de junio de 1878.

POSTAS Y PULPERÍAS DEL DISTRITO SAUCE

Se llamaba “posta” a la casa o lugar destinado al relevo de los caballos de las diligencias y descanso de los viajeros. Realmente eran una institución muy antigua, originaria de Oriente y llevada a Europa por Grecia y Roma. Era de por sí un eslabón insustituible para el sistema de comunicación cuando la civilización comenzaba a extenderse por el Virreinato.
Generalmente las instalaciones consistían en ranchos carentes de toda comodidad, situados cada cuatro o cinco leguas, con diez a quince caballos para relevo. En cada posta el encargado era un “puestero” o “maestro de posta” con dos o tres “postillones” (o guías). También utilizaban las postas los que se desplazaban a caballo, donde cambiaban los mismos y podían usar los servicios de un postillón. Tal el caso de los “chasques” que hacían el servicio de correos de un lugar a otro.
En Entre Ríos el primer servicio comenzó a funcionar en 1774, entre la Bajada del Paraná y el Guayquiraró, como parte de la carrera de Buenos Aires a Asunción.
Entre los requisitos que debían cumplir los viajeros, había obligación de llevar el pasaporte correspondiente, extendido por la autoridad policial o militar, que servía para el control de la circulación de personas por el interior. Además los viajeros tenían que llevar el parte u hoja de ruta expedido por el Administrador de Correos, en el que cada maestro de posta anotaba la fecha y hora de llegada y salida y nuevo destino de los mismos, sin cuyo requisito ningún maestro de posta podía facilitarles caballos. Por lo general la tarifa era de medio real por legua en buen terreno y para las “travesías” se abonaba el doble.
La administración de Correos en la Villa de Paraná se estableció el 30 de setiembre de 1789, designándose administrador a don José Centurión. Su jurisdicción comenzaba en la Posta de Las Tunas, que se ubicaba unos ochocientos metros al sudeste del actual puente sobre el citado arroyo. Para esta posta el 26 de setiembre de 1782 se designó maestro a don Juan Lencina, y, luego de su fallecimiento, lo reemplazó don Gregorio Pérez el 3 de setiembre de 1786; esta posta se hallaba a unas cuatro leguas de Paraná y a ocho del Potrero de Vera (loma próxima del lado este del Arroyo Sauce, Ruta 12).
También el 24 de setiembre de 1810, la flamante Junta Gubernativa de Buenos Aires autorizó la carrera de postas entre Paraná y Villa Gualeguay, designando al don Mateo Gaitán como maestro de la posta de “La Ensenadita”, al sudeste del paraje Sauce Medio de la actual jurisdicción de San Benito. En enero de 1812 el Primer Triunvirato ordenó al comandante militar de la Bajada del Paraná establecer una nueva carrera de postas hasta el Salto Chico, sobre el río Uruguay; estas comunicaciones fueron inauguradas el 10 de febrero de 1812 y la primer posta se ubicaba en el Sauce, unos setecientos metros al sur del puente en la Ruta 18, jurisdicción de San Benito, siendo su primer maestro de posta don Casimiro Cerrudo.
el cuadro representa el cruce de la diligencia por el arroyo Las Tunas, guiados por el postillón.
El 28 enero de 1823, el Gobernador Lucio Mansilla designó como administrador General de Correos a don Diego de Miranda y el 18 de febrero, se reglamentó el Servicio de Postas en todo el territorio entrerriano. Los Maestros de Postas debían prestar todos los auxilios necesarios a los que corrían las Postas por cuenta del Estado sin exigirles estipendio alguno, para lo cual tenían un sueldo de cinco pesos por mes, a excepción de la Carrera de Paraná a Concepción del Uruguay que cobraban ocho pesos por mes.
En la ruta al Guayquiraró las Postas quedaron establecidas de la siguiente manera: Arroyo del Sauce, Espinillo, Paso de Vera, Antonio Tomás, Hernandarias, Alcaraz, Arroyo Hondo y Guayquiraró; en la ruta de Paraná a Concepción del Uruguay: Sauce Abajo, Ensenadita, Espinillo Abajo, Punta del Espinillo, Posta de Santa Cruz, Punta del Monte, Villa de Nogoyá, Costa de Nogoyá, Cle, Sauce, San Antonio, Gerúa, Costa del Gualeguay y Arroyo de la China. (40) Ese año aparecen como Maestros de Postas: Juan Núñez, en Sauce Grande, en la carrera a Nogoyá y Carlos D. Aguilar en Espinillo Arriba, de la misma carrera.
En el año 1829 don Carlos Aguiar era Maestro de Postas del Espinillo Abajo, camino a Nogoyá y Mariano Aguiar, Maestro de Postas del Espinillo en 1838. No se conocen los nombres de los maestros de postas de Sauce y Sauce Abajo de este año. En 1844 en El Espinillo era maestro de postas don Antonio Ferreyra Pintos, portugués, de 65 años, casado con Josefa Mendizábal y era postillón su hijo José de 23 años, entre otros. En el año 1849, era Maestro de Postas de Las Tunas, don Juan José López, de 61 años, cordobés, con casa propia en el Distrito Manga y uno de los postillones era el joven José M. Moreyra de 16 años; esta familia dio origen al apellido “Pintos” que se multiplica en los Distritos Sauce y Espinillo en la actualidad.
El 28 de agosto de 1860, Bartolomé Clariá, desde la Comandancia Militar del Departamento Paraná, ubicada al margen oeste del arroyo Espinillo, se dirigió al Secretario de Gobierno, Coronel Ricardo López Jordán, para darle noticias del estado en que se encontraban las postas y de la distancia entre unas y otras. Respecto a la zona del Distrito Sauce (y Espinillo) informó sobre algunos cambios de posición que había hecho para mejorar este servicio, en la Posta de Camilo Idoate del Espinillo y en"...la posta del Sauce, de Don José Dionisio Álvarez, Sauce Abajo, en casa de Don Nicolás Abastos, esto me ha sido de la mayor celeridad para evitar una vuelta de mas de dos leguas, lo que con este movimiento queda en línea recta la carrera del Paraná a Nogoyá, con la distancia de menos de cuatro leguas todas una de otra..." En esta misiva da cuenta también del mal estado de los caballos que eran todos de propiedad del Estado.
De acuerdo al mismo informe, las tres carreras hacia el interior (Corrientes, Concordia y Nogoyá) pasaban por los campos donde posteriormente se formó la Colonia “3 de Febrero”. Las carreras a Corrientes y a Concordia tenían su parada en la posta de Las Tunas; esta posta se ubicaba a tres leguas de Paraná y tenía 7 caballos y 3 postillones (mozos que iban delante de las diligencias para servir de guía), distaba a la Posta de Las Conchas (camino a Corrientes) tres leguas y al igual que a la Posta de Camilo Idoate del Espinillo. En la carrera a Nogoyá, en Sauce Abajo, la Posta de José Álvarez (en campos de don Nicolás Abasto) distaba cuatro leguas a Paraná y tres a la Posta de Espinillo Abajo, tenía 6 caballos y 3 postillones.
Ya en época de la Colonia 3 de Febrero estuvo por muchos años establecida la Posta de Antonio Rossier en la zona del actual Acceso Norte a Paraná, a metros de la margen occidental del arroyo Las Tunas
En una estadística, Relación de Pulperías, hecha en el Departamento Paraná en el año 1861, que eran 26 en total, consta que en el Distrito Sauce había dos:
1º) La pulpería de Gabriel Villanueva (fue Alcalde del Distrito Sauce en 1866) con un capital estimado en 1.000 pesos, ubicado a cinco leguas de Paraná y a tres de Villa Urquiza;
2º) la pulpería de Cayetano Luján (también fue Alcalde del Sauce en 1896), con un capital de 600 pesos, ubicada a tres leguas de Paraná y a tres leguas de Villa Urquiza. La Posta de Las Tunas se ubicaba entonces en las inmediaciones de las actuales calles Ramírez y Mitre del barrio homónimo.

FAMILIA DE CELEDONIO DEL CASTILLO

Los antecedentes familiares de Don Vicente del Castillo surgen de la testamentaria de su padre Celedonio, quién era hijo de Don Jorge del Castillo y de Doña Josefa Gómez y Arévalo, ambos naturales de San Felipe de Montevideo; Celedonio era natural de Buenos Aires y vecino de Paraná, casado con Doña María Tránsito Carriegos y sus hijos eran: Mariano José, Vicente, Prudencio, José, Gerónimo, Pedro Nolasco y Jorge y sus hijas: Eusebia, Paula, Rafaela, Perla, María Josefa y Rosalía. De acuerdo al Censo realizado en el año 1824, don Celedonio del Castillo era Ministro de Hacienda, de 58 años, su esposa tenía 45 años y sus hijos Jorge 22 años, Paula 18, Petrona Pascuala 14, Prudencio 8, José 7, Rosalía 5 y Gerónimo 1. Vicente no figura porque es posible porque debería estar radicado en otro lugar por aquel tiempo, ya que era casado en primeras nupcias.
En 1821, siendo Gobernador el Coronel Lucio Mansilla, Celedonio del Castillo era el principal responsable del área de economía provincial, es decir, su Ministro Tesorero General de Hacienda y como sueldo se le había fijado una asignación anual de 900 pesos. El 25 de abril de 1827 fue suspendido en sus funciones y lo reemplazó Don Juan Garrigó; se le inició una investigación por 774,20 pesos, pero el 23 de octubre del mismo año el Congreso de Entre Ríos, cuyo Presidente era Don Justo José de Urquiza, lo declaró libre de los cargos que se le imputaban por la ilegitimidad de los que lo culpó la Junta encargada de analizar las cuentas y por "los dilatados servicios que ha prestado a la Provincia dicho ex-Ministro, a su avanzada edad y su numerosa familia...". En la misma fecha y por una ley, teniendo en cuenta el Decreto del 25/04/1827 por el que se lo exoneró del cargo y la posterior rendición que hizo el ex-Ministro, se aprobó la separación del cargo, pero se lo pensionó de por vida con la tercera parte del sueldo que cobraba , es decir con 300 pesos anuales, quedando con el goce del fuero y del uniforme correspondiente a su clase, siempre y cuando no ocupase un cargo en el Estado cuya renta sufragara con regularidad su subsistencia y la de su familia, en cuyo tiempo debía suspenderse esta pensión. No obstante esta pensión, Don Celedonio del Castillo fue Ministro de Gobierno de León Sola desde el 16 de diciembre de 1827 hasta que presentó la renuncia el 2 de enero de 1830; desde 1832 hasta el 27 de noviembre de 1837 fue Secretario Interino de la H. Sala de Representantes del Congreso de Entre Ríos, fecha que fue separado del cargo.
En cuanto a don Vicente del Castillo, comenzó a desempeñarse en el Estado a partir del 28 de marzo de 1822 cuando, conforme a la propuesta hecha por el Ministro de Hacienda, su propio padre, "de esta fecha nombro para Recaudador del nuevo impuesto en esta Villa Capital a Don Vicente del Castillo, con la asignación de 14 pesos mensuales que se le abonarán desde el 1º del próximo abril en que debe empezar la recaudación. ...Lucio Mansilla". Sin embargo, para el 16/10/1822 fue exonerado del cargo de colector del nuevo impuesto establecido.
A partir de enero del año 1829 comenzó a desempeñarse como ministro General de Hacienda, con carácter interino, Don Vicente del Castillo, con 27 años de edad, hasta que el 12 de diciembre de 1829 comenzó a ocupar esta cartera con carácter de Titular "atendiendo al mérito que tiene contraído así de oficial segundo vista de la aduana y el expresado empleo y cierto de que lo desempeñará con la conducta, aplicación y comportamiento que tiene acreditado...León Sola Gobernador. Celedonio del Castillo, Ministro Secretario".
Durante la usurpación del gobierno provincial por Pedro Pablo Seguí, en enero de 1842, Vicente del Castillo fue reemplazado como Tesorero General por don Mariano Villar y se llevó documentación relacionada con la función que desempeñaba, lo cual surge de los considerandos de un Decreto del 4 de marzo de 1842: Considerando la notable falta que hacen los archivos que el Gobierno que caducó llevó consigo por sus miras particulares y los graves males que puede acarrear al Tesoro Público el no tener una constancia exacta de la deuda de la Provincia...Siendo Gobernador el general Paz, desde el 18 de abril de 1842 ocupó esta cartera pública don Santiago Derqui. EL 2 de diciembre de 1848 fue abolido el cargo de Ministro Tesorero General de Hacienda y creado el de Contador General, designándose para esa función a Don Vicente del Castillo. El 2 de enero de 1853, siendo Diputado, del Castillo fue nombrado Presidente de la Honorable Sala de Representante de la Provincia.
Con la organización de la Confederación Argentina se desempeño algunos años como Ministro de Hacienda hasta el 12 de diciembre de 1861, cuando la misma se disolvió.
De acuerdo al censo realizado en el año 1844, en la casa Nº 25 de Paraná vivía don Vicente del Castillo, de 36 años, entrerriano, casado, Ministro Tesorero General de Hacienda, con sus hijos: Vicente de 8 años, Margarita de 7, Lucilo de 6, Benjamín de 3 y Tránsito de 8 meses. Posiblemente viudo, vivían también allí: Manuela Hereñú de 24 años, Marcelina Hereñú de 17 años, Josefa, sirviente, de Santa Fe, 36 años; Basilia Subiría, sirviente, 16 años, Concepción Subiría de 14 años, Liberata del Castillo de 7 años y Julia del Castillo de 6 años.

LAS DEUDAS QUE CONTRAJO VICENTE DEL CASTILLO

El 19 de setiembre de 1861 el Presidente Derqui se dirigió a Rosario para organizar su defensa contra los porteños y el Congreso Nacional declaró el estado de sitio en todo el país luego de los sucesos de Pavón (donde la tropas de Mitre derrotaron a las de Urquiza); el vicepresidente, General Juan Antonio Pedernera, se hizo cargo del Poder Ejecutivo "con penurias económicas más acentuadas que nunca".
Pedernera asumió la Presidencia el 5 de noviembre, luego de aceptarse la renuncia presentada por Derqui e inmediatamente le solicitó a Ricardo López Jordán "que consiga $ 12.900 para pagar a los maquinistas de la escuadra", suma que aportó el General Urquiza. El 1º de diciembre el Gobierno de Entre Ríos desde Concepción del Uruguay mediante una Ley reasumió "el ejercicio de la soberanía que le era propia, en toda su plenitud", dándole la espalda al gobierno de la Confederación y... " desligándose de las cuestiones nacionales; y custodiará las pertenencias oficiales y administrará las aduanas hasta que, reorganizados los poderes, la Nación satisfaga la deuda con la Provincia..."
El 2 de diciembre de 1861 Urquiza reasumió el Gobierno de Entre Ríos en Concepción del Uruguay y envió como Jefe Político a la ciudad de Paraná al general Francia, quién había de recibir "en depósito las propiedades del Gobierno Nacional..." El Presidente Pedernera se enteró de esta noticia terminal el 5 de diciembre.
Pese a la virtual cesación del Gobierno de la Confederación Argentina, el 4 de diciembre "el Ministro de Hacienda Don Vicente del Castillo obtuvo en la víspera de varios prestamistas, representados por el Sr.: Ramón Puig; la suma de $ 10.290 para el pago del personal de la escuadra, compromiso éste y otros anteriores reconocidos como deuda nacional al hipotecarse el nuevo edificio de la Casa de Gobierno. El 10 el mismo ministerio adjudica una sumaca (embarcación de dos velas para cabotaje) a Prudencio del Castillo (hermano del Ministro) en compensación de perjuicios sufridos en servicio del gobierno..."
Finalmente, el 12 de diciembre de 1861, con la firma de Juan Esteban Pedernera, Nicanor Molinas, José S. de Olivos y Vicente del Castillo firmaron el Acuerdo que puso término al Gobierno de la Confederación Argentina, declarándose "En Receso".
Así planteadas las cosas hacia fines de 1861, es dable comprobar las dificultades económicas por las que atravesó la Confederación hasta su disolución, lo que obligó a su Ministro del Castillo a realizar compromisos desesperados y extralimitados tratando de salir del paso.
Según un testimonio de Escritura Pública de Hipoteca otorgado por el Gobierno Nacional Argentino a favor del prestamista Ángel Brugo y Cía. el 9 de diciembre de 1861, el Subsecretario del Interior, don Salvador Espeleta, y el Ministro de Hacienda, don Vicente del Castillo, hipotecaron el Palacio de Gobierno Nacional por 36.969 pesos bolivianos con 78/100, asegurando que el mismo no sería enajenado por ninguna autoridad hasta que se satisfaga el pago de esa suma, quedando asentada esa escritura en el Libro 1º de Hipotecas del escribano Casiano Calderón, año 1861/1862.
En un anexo de esa escritura aparecía en la lista de acreedores como uno de los más importantes Ángel Brugo y Cía., con $2.584 oro, prestados el 17/08/1861 y $ 485,15 oro prestados el 3/9/1861.
El mismo día que se iba el Gobierno de la Confederación, el 12 de diciembre de 1861, el Ministro a cargo de Interior, don Nicanor Molinas, en representación del Gobierno Nacional ordenó que el siguiente acuerdo fuese reducido a escritura pública. El citado Acuerdo decía textualmente:
"Paraná, 9 de diciembre de 1861, el Vicepresidente de la República, en ejercicio del Poder Ejecutivo, considerando, Primero: Que el actual Ministro de Hacienda Don Vicente del Castillo ha contraído bajo su responsabilidad varios empréstitos para atender las urgencias del Estado, y no siendo justo que los servicios desinteresados de dicho funcionario sean desatendidos por el Gobierno ni que deba responder él con su peculio a obligaciones contraídas a nombre del Gobierno, oído el Concejo de Ministros, Acuerda y Decreta: Artículo Primero: Constitúyese en formal hipoteca el Palacio de Gobierno con todos sus enseres al pago de la cantidad de treinta y seis mil novecientos sesenta y nueve pesos, setenta y ocho centésimos, a que ascienden los créditos contraídos por S.E. el Señor Ministro de Hacienda Don Vicente del Castillo. Artículo Segundo: Comuníquese por el Ministerio del Interior esta resolución al Exmo. Gobierno de Entre Ríos, adjuntándole una relación detallada de los compromisos a que se refiere el presente Acuerdo, rogándole se sirva amortizar con los fondos de la provincia las cantidades a que asciende dicho empréstito. Artículo Tercero: Queda a cargo de la Nación indemnizar a la Provincia de Entre Ríos de las erogaciones que haga con este objeto. Artículo Cuarto: comuníquese y dese al Registro Nacional. Pedernera. Nicanor Molinas. José S. de Olivos. Vicente del Castillo."
Fue extendida una copia de este escrito público "...a pedimento de Don Vicente del Castillo para resguardo del interesado Don Ángel Brugo y Cía. doy signo y firmo la presente a catorce de enero de mil ochocientos sesenta y dos. Casiano Calderón...".

Es realmente curioso que Ángel Brugo, acreedor del disuelto Gobierno de la Confederación Argentina, resultase ser el padre de Juan José y Carlos Antonio Brugo, quienes posteriormente tuvieron tanto que ver con la Colonia “3 de Febrero” y con los campos de sus alrededores que, de a poco, fueron quedando en su poder mediante las concesiones que les hacían desde el Gobierno Provincial, al que estaban estrechamente ligados desde los "clubes políticos" y de “Artesanos” de la masonería local a los que pertenecían.
Lo que queda comprobado es la apremiante situación económica a la que se vio sometido Don Vicente del Castillo desde 1862, que derivó en su Concurso Preventivo de Bienes y, luego, en el Remate de todos ellos. El expediente del juicio que le llevó adelante el Juez Pedro Lucas Funes no fueron guardados en archivo por lo cual no se puede tener mayores datos sobre las razones precisas para que Vicente del Castillo haya tenido que pagar con su patrimonio los compromisos de la disuelta Confederación Argentina lo que, sin dudas, debería ser materia de una investigación más profunda.
Sin embargo, en la columna “ENTRE RIOS. FECHAS Y HECHOS” del diario La Acción de Paraná del 25 de setiembre de 1949, el historiador hace una referencia mas clara sobre este tema: “El 25 de setiembre de 1869 fallecía en Paraná uno de sus hijos meritorios, patriota y abnegado que tal fue don Vicente del Castillo. Una sola referencia bastará para señalar sus merecimientos. Cuando el gobierno de la Confederación Argentina experimentaba angustiosos apremios económicos, del Castillo dirigía la hacienda pública y como medio de superar tamañas dificultades y atender las urgentes exigencias de la administración y siendo poseedor de una importante fortuna, otorgó un préstamo hipotecario a favor de la Casa de Gobierno (Escuela Normal), para resarcirse de los gastos que había efectuado. Esta operación no fue reconocida por el gobierno nacional, ejercido por Mitre, lo que decretó la ruina económica de del Castillo, quién se vio obligado a entregar sus estancias y su casa a los acreedores y dedicarse a la enseñanza particular, fundando una escuelita para hacerse de recursos para vivir. Del Castillo había sido diputado, ministro, gobernador delegado, etc.”.
También ratifica que fue el Gobierno Nacional presidido por Mitre el responsable de la ruina de Don Vicente del Castillo el hecho de que el 3 de setiembre de 1862 el Gobernador le otorgó una beca a su hijo Lucilo “por sus antecedentes honrosos de notorios sacrificios hechos en servicios del país y que han dado por resultado su ruina casi completa, haciendo un acto de merecida justicia, se acuerda y decreta: una onza de oro por mes para que curse en la Facultad de Medicina de Buenos Aires” . Asimismo, el 30 de abril de 1863, una Ley autorizó al Poder Ejecutivo para que a la brevedad posible solicite al Eximo. Gobierno Nacional el pago de la deuda de la Nación a favor de la Provincia, lo nunca fue cumplido desde Buenos Aires.
De esta manera, los campos de don Vicente del Castillo pasaron a ser del Fisco Provincial o del Estado Provincial desde 1866 y hasta el 1º de junio de 1878.

CAMPOS DE VICENTE DEL CASTILLO

Las chacras donde se asentaron los colonos llegados del Friuli de la mano de los hermanos Brugo en el Distrito Sauce, luego de haber sido realengas y patriolengas, pasaron a manos del Gobierno de Entre Ríos cuando en 1825 el Gobernador Juan León Sola terminó con el antiguo litigio por las tierras de la costa del Paraná y las adquirió a la sucesión de Larramendi.
Es probable que primero haya sido don Celedonio del Castillo el ocupante de una parte de las tierras que luego en mayor cantidad tuvo su hijo don Vicente del Castillo ya que existen constancia de ello en la Municipalidad de Paraná y en el Archivo General de Entre Ríos; aunque una parte de ellas en la jurisdicción de Paraná había sido de José Caraballo, quién se las vendió por 1839. Éste fue adquiriendo fracciones para llegar a totalizar 2.596 hectáreas, 41 áreas y 49 áreas, de acuerdo al remate que se hizo de las mismas en 1865 por parte del Gobierno Provincial.
PLANO CONFECCIONADO EN 1875 QUE DEMARCA LO QUE LUEGO
FUE LA COLONIA 3 DE FEBRERO, HOY SAN BENITO.
De una estadística de 1863 surge que el establecimiento ganadero de don Vicente del Castillo estaba valuado en 800 patacones, poseía 550 vacunos (lo que significa la mitad del total que existía por entontes en el Distrito Sauce), 100 yeguarizos y 300 lanares; el capital estimado para la liquidación de impuestos provinciales fue de 2.250 pesos, uno de los más altos incluyendo a los de Espinillo; debía abonar 10,60 pesos por cada cuota de impuestos; era administrador don José Rosa Almada (nacido por 1822, casado con Valeria Velásquez, nacida por 1827, su hijo Eusebio Almada).
Cuando se realizó la mensura del citado campo de "Del Castillo" por una disposición del Gobierno Provincial, a partir del 6 de agosto de 1875, quién la realizó, el agrimensor Don Melitón González, apuntó en su memoria descriptiva que "no había título por qué guiarse en la mensura, y decidí entonces conocer el terreno por los títulos linderos que lo citan y por algunos datos sobre fracciones del mismo campo".
En cuanto a los datos sobre las mencionadas fracciones que se fueron agregando al citado campo, las mismas fueron compradas a Caraballo en el Distrito Manga, a su hermano (lo cual de alguna forma confirma que Don Celedonio del Castillo fue el dueño original), al Teniente José María Soto (quién también lo había obtenido de su padre) y a (Calixto) Arredondo, cuya "población" se ubicaba en las inmediaciones de donde tiene su casa la familia Puntín en San Benito Sur.
El campo arrancaba desde su punto sur-oeste, a pocos metros de la intersección de Avenida Zanni y Calle Miguel David en Paraná, donde existía un ombú del Puesto original de Del Castillo (Celedonio) y que servía de mojón. En una línea recta que avanzaba de oeste a este, hasta unos trescientos cincuenta metros mas allá del arroyo Las Tunas (la intersección de Boulevard Basavilbaso y Avenida San Martín de San Benito), en una distancia de 5.177 metros. Del mojón natural del sur-oeste (el ombú que era natural utilizar en estos tiempos en que no existían los alambrados), en una línea ligeramente diagonal hacia el noreste (N13º35"E) hasta las puntas del arroyo Colorado, unos 600 metros al norte de lo que había sido el Camino Real, que para esta época estaba cortado por los desmoronamientos en el citado arroyo. Para tener una referencia, la línea divisoria se conserva en parte y era la actual calle Alejandro Carbó, que cruza frente a la Comisaría de Corrales. Aún se puede observar otro ombú, sobre avenida Almafuerte, unos metros al este de la mencionada calle, que sirvió antaño de mojón. Desde aquí, con algunas leves variaciones hasta el arroyo Las Tunas, unos quinientos metros al sur del puente actual en la Ruta Nacional Nº18. Esta fracción del campo de Del Castillo en el ejido de Paraná pasó a manos del municipio después que le fuera expropiado.
La fracción de campo que más interesa, por ser donde posteriormente se afincaron los primeros inmigrantes friulanos para conformar la Colonia "3 de Febrero", es a partir del arroyo Las Tunas al este; en el límite norte separaba con el campo de doña Catalina Ledesma ( viuda de Pedro Mansilla, oficial de Ejército de Urquiza) el Camino Real, que seguía lo que en la actualidad es la Avenida Paraná, con una ligera parábola hacia el sur, hasta llegar al actual camino a Sauce Medio desde la Ruta Nacional Nº18, a la altura por el lado sur de la quinta "de Lugón", en una distancia de alrededor de 2.700 metros. Desde allí hasta el vértice que se forma con las calles que se juntan en el Almacén de Favio Cápriz en Sauce Medio, en una línea sudoeste (S13º28´0) de 1.950 metros, dejando al este los campos del Teniente José María Soto. Desde el vértice de Cápriz, siguiendo el viejo Camino de las Postas a Nogoyá, con rumbo al sudoeste unos 500 metros, hasta el mojón noroeste del campo de don Antonio Tomé (de Asís). Desde este punto, en una línea quebrada hacia el sudoeste, siguiendo la cima de la cuchilla que divide las aguas hacia El Sauce Grande y hacia Las Tunas, unos 4.300 metros. De este punto, en línea este-oeste unos 1.270 metros, hasta encontrar el arroyo Las Cruces y, siguiendo éste hasta la horqueta que forma con el arroyo El Saucecito, aguas abajo por el recién formado arroyo Las Tunas hasta el sector norte donde se encuentra en la actualidad el Cementerio Parroquial de San Benito y desde allí, en una línea noreste (N13º38´E) hasta la actual esquina de Avda. San Martín y Bvard. Basavilbaso.
Acerca de la mencionada mensura, en el sector que pertenecía al Distrito Sauce, se pueden sacar varias conclusiones, a saber: A). Doña Catalina Ledesma de Mansilla era lindera por el sur con el campo de "del Castillo", una concesión más al sur de la Ruta Nª18 y, sin embargo, años más tarde (1882) fue desplazada varias concesiones más arriba por el influyente Juan José Brugo; B). El Camino Real, posteriormente llamado también Camino de las Postas o de Las Carretas, queda bien definido y era el único camino que corría hacia el interior hasta los primeros años del siglo XX; C). El viejo camino de las Postas a Nogoyá, es de estimar que haya corrido desde Las Tunas hasta Sauce Abajo (zona de Sauce Medio – Almacén Cápriz, para tener una referencia), donde esta la Posta de Álvarez (en campos de don Nicolás Abasto), en una diagonal sudeste, pasando por las inmediaciones del ombú que el mismo plano original se identifica y del que sus retoños aún perduran en el tiempo en el vértice noroeste de la esquina de Avenida Marizza y Bvard. Basavilbaso; este ombú podría haber sido el mojón esquinero de los campos de Arredondo, del sargento Victorio Ríos o del mismo José María Soto, es decir que fue un punto de referencia; D). Queda establecida la ubicación de lo que muchos años antes había sido la ubicación de "la población" de Calixto Arredondo, identificando los ombúes y las taperas, en la zona donde en la actualidad tiene la casa la familia Puntín en San Benito Sur; E). Se explica la razón por la cual desde el año 1883 aproximadamente se establece don José Simeón Pando, uno de los herederos de don Marcos Pando, en la pañoleta que quedó entre el vértice de Avda. San Martín y Bvard. Basavilbaso, el arroyo Las Tunas y la diagonal al sudoeste hacia el cementerio, ya que esta fracción en el Distrito Sauce perteneció a su padre Don Marcos Pando, quién también fue poseedor de grandes extensiones, incluyendo los campos de la Base Aérea, hasta las cercanías de Avda. Zanni de Paraná, lindando al norte con Vicente del Castillo. F). También queda establecido con claridad la ubicación del ombú de la población de Del Castillo, cuyo puesto se ubicaba en las inmediaciones de Avda. San Martín y Bvard. Crespo, lugar donde aún hay un ombú en la actualidad, detrás de la casa que fuera de don Olindo Téntor.
La fracción del campo de Del Castillo que estaba al este del arroyo Las Tunas tenía alrededor de 1.858 hectáreas y fue donde posteriormente se ubicó la primera etapa de la Colonia “3 de Febrero”, con algunas ligeras modificaciones en sus límites.
Vicente del Castillo, siendo Ministro de Hacienda de la Confederación Argentina, tuvo que administrar en épocas de grandes dificultades económicas, poniendo hasta su propio patrimonio en juego. Por ello perdió sus campos y hasta su casa de azotea que tenía en el centro de Paraná, en calle Urquiza a pocos metros de la Municipalidad (en la manzana que ocupa la Catedral), compuesta de diez habitaciones de material, sobre un terreno de 20 por 50 metros, más otro terreno lindante con las Hermanas de la Caridad (Del Huerto) de 30 por 20 metros de fondo.
Según consta en un Acta labrada por el escribano Andrés González del Solar el 10 de noviembre de 1865, el Doctor Pedro Lucas Funes, Juez en lo Civil, Comercial y Criminal del Departamento Paraná, recibió del Agente Fiscal, Dr. Antonio Zarco, la demanda por cobro de pesos del Estado Provincial contra Don Vicente del Castillo, estando concursados sus bienes, por la suma de dos mil quinientos cincuenta y cinco patacones con 75/100 por deudas al Fisco de Entre Ríos provenientes de un préstamo que dicho gobierno le hizo en años anteriores; luego de darse traslado de la demanda al defensor Dr. Eusebio Ocampo (quién fuera allegado al General Urquiza) y al Síndico del Concurso, Dr. José Ciriaco Hernández, se siguió con los trámites y requisitos de ley, pero, no habiendo sido satisfecha y abonada la suma mencionada, a pedido del Agente Fiscal del Concurso, el Juez dictó sentencia de remate en bienes suficientes hasta cubrir la suma reclamada, para lo cual se mandó publicar por dos veces la fecha del remate en el Periódico “El Paraná” (foja Nº403 del Exte.) En el mencionado remate se presentó Don Domingo Comas, Jefe Político del Departamento Paraná, y en representación del Gobierno Provincial ofertó 3.315 pesos bolivianos; por ser una suma superior a los dos tercios de total el Juez aceptó la misma, por lo cual también la casa pasó a manos del Estado Provincial .
Si se tiene en cuenta la tasación de los campos de V. del Castillo, 800 patacones según la estadística hecha el año 1863, y que esta suma cubría más del 30% de lo reclamado por el Gobierno Provincial, entre la casa del centro y los campos el ex-Ministro de Hacienda de la Confederación debería haber cubierto la suma reclamada.

domingo, 2 de mayo de 2010

CAMPOS PARA LOS SOLDADOS DE URQUIZA

En la zona comprendida entre los Distritos Manga (hoy El Brete), Las Tunas y Espinillo desde la época del General Francisco Ramírez se comenzaron a ubicar en grandes extensiones de campo oficiales y suboficiales que en distintas épocas anduvieron guerreando. Los más antiguos que se pueden rescatar son algunos integrantes del Regimiento de Caballería que al mando del coronel Juan León Sola combatieron en la Batalla de Las Tunas el 24 de junio de 1820; entre ellos, el teniente José María Soto (sargento 1º entonces), Francisco Giménez (alférez 2º), Bonifacio Retamar (cabo 4º), Telésforo Ríos (sargento 4º).
Posteriormente, en épocas de Urquiza, el Espinillo Norte fue el lugar donde se concentraban las tropas de caballería del "Departamento del Paraná", alrededor de 12.000 hombres, y está comprobado que mientras no andaban guerreando ocupaban las tierras de la zona, en los Distritos Espinillo, Sauce y Manga, por merced de General Urquiza, quién los premiaba de esta manera. Los coroneles Matías Bello, los oficiales Paulino Ramírez, Cirilo Pereira, Antonio Pintos, Giménez, Victorio Ríos, Calixto Arredondo, Pedro Mansilla, Rudecindo González y luego su viuda, doña Antonina Giménez, fueron algunos de los tantos beneficiados.


MARCA DE LOS ANIMALES
DE PEDRO MANSILLA
También, entre las Estadísticas de 1871, Inscriptos de la Guardia Nacional de Caballería del Departamento Paraná, surgen nombres conocidos que ocupaban tierras en la zona y que habían servido en el Regimiento de Urquiza, como también en el Ejército Nacional y Rebelde: Marcos Pando, padre de José Simeón Pando (uno de los primeros educadores de San Benito), soldado de Urquiza, 39 años, casado, labrador; José Rosa Almada 8ex empleado de Vicente del Castillo), soldado de Urquiza, 35 años, soltero, agricultor; Evaristo Romero (luego Comisario de San Benito), soldado de Urquiza, 29 años, soltero, jornalero; Nicolás Abasto, soldado de Urquiza, 50 años, casado, estanciero; Luciano Góngora, soldado de Urquiza, 32 años, casado. jornalero; Alejo Gorosito, cabo de Urquiza, 36 años, casado, estanciero; Doroteo Romero (Luego Comisario de San Benito), sargento de Urquiza, 40 años, casado, estanciero; Cayetano Luján (luego alcalde de Sauce), soldado de Urquiza, 47 años, casado, comerciante; Feliciano Montrull, soldado de Urquiza, 45 años, casado, estanciero; Emiliano Giménez, soldado de Urquiza, 22 años, soltero, labrador; Paulino Ramírez, soldado del Ejército Nacional, 39 años, casado, labrador, entre otros; todos estos apellidos aún perduran en toda la zona y son los descendientes de aquellos bravos guerreros entrerrianos.

SAUCE: CAMPOS DE INVERNADA PARA LOS EJÉRCITOS

Los campos de la zona de San Benito, en el Distrito Sauce, fueron utilizadas para el pastaje de los vacunos que se mantenían para servir de alimento para los ejércitos, que desde mucho tiempo atrás tenían asiento en la zona de Espinillo.
En 1822, se sancionó un Decreto por el cual el Gobernador determinó que la invernada del Estado en El Sauce desde el primero de marzo de ese año debía ser atendida por un capataz y tres peones que ganarían mensualmente ocho pesos el primero y cuatro los segundos. El Comandante debía celebrar la contratación para la doma de algún número de potrada..."
Varios años más tarde, el 1º de diciembre de 1842, aparecían el capataz don Fernando Barreto y los peones don Fermín de Asís, don Manuel Benítez y don Jacinto Oliva trabajando en la Estancia del Estado del Sauce. Ya por entonces el Jefe este establecimiento, según el autor Manual Macchi, era el Sargento de Abastecedores don Rudecindo González (bisabuelo de Aníbal González Comas), quién estaría al mando de la Estancio del Estado de Las Conchas hasta su disolución en 1872; el 16 de julio de 1844, mediante Decreto, fue designado don Francisco Fernández Comisionado de Las Tunas, encargado de mantener el consumo de las tropas acantonadas en Las Conchillas, zona de El Espinillo.

ENTRE RÍOS, TIERRA DE GUERREROS

"Entre Ríos ha sido llamada con justicia la provincia guerrera entre las que componen la Nación Argentina. La inclinación natural de sus hijos a la noble carrera de las armas, las luchas sin cuento que ha sostenido siempre en defensa del credo de sus hombres dirigentes y los combates que ha librado en pro de la libertad, justifican el calificativo honroso de guerrera con que ha sido distinguida..."
Fue esta zona, entre Las Tunas y El Sauce, abonada por la sangre de varias batallas en los albores de la República, como también residencia de jefes y soldados del Regimiento del General Urquiza. El paso de Las Tunas, a unos quinientos metros al sur de la actual Ruta Nacional Nº 18 era el único lugar de ingreso o salida de la Bajada del Paraná, a través del Camino Real, como se llamaba originalmente, luego llamado Camino de las Postas o de las Diligencias, por lo tanto el desplazamiento de tropas se hacía necesariamente por esta zona.
El primer enfrentamiento armado que se produjo en esta zona fue entre el arroyo el Sauce Grande y el Espinillo y, precisamente, tuvieron que cruzar por Las Tunas las tropas que al mando del caudillo paranaense, Eusebio Hereñú, luego de jurar por primera vez la Bandera de Artigas en la Bajada del Paraná (Bandera blanca, roja y azul posteriormente adoptada por Pancho Ramírez), para defender a punta de lanza su autonomía contra la invasión porteña de las tropas de Villamonte, al mando del Barón de Holmberg, el 22 de febrero de 1814.
También al sur-oeste de lo que fue luego la Colonia “3 de Febrero", entre la horqueta de los arroyos Las Cruces y Saucesito, donde se forma el arroyo Las Tunas, el 25 de marzo de 1818, nuestro Francisco “Pancho” Ramírez al mando de sus montoneros derrotó a los invasores porteños, conducidos por el General Marcos Balcarce. La sangre de Francisco Ramírez regó estas tierras porque en aquel combate resultó herido en una de sus piernas.
El combate más importante fue el que enfrentó en "Las Tunas" a Francisco Ramírez y José Gervasio Artigas, el alumno y el maestro, "El zarco Don Pancho" y el "Caraí Marangatú", el 24 de junio de 1820. Esta épica batalla enfrentó a 3.300 soldados artiguistas, contra solamente 800 jinetes de la montonera ramiriana y 200 infantes al mando de Lucio Mansilla, a los que se sumaban cuatro piezas de artillería que le habían arrebatado a Marcos Balcarce en la Batalla de Saucecito. Estos cañones, al mando de Francisco Pereyra, jugaron un papel preponderante en aquella batalla ya que con sus descargas transversales obligaron a las tropas de Artigas a acercarse al arroyo Las Tunas desorganizadamente, en donde el fuego de los infantes y el movimiento envolvente de las alas de caballería de Ramírez desbandó al enemigo, al que persiguieron hasta las siete de la noche por más de ocho leguas. Las tropas de Artigas estaban compuestas mayormente por indios guaycuruses, tobas y guaraníes, contando entre sus jefes a Lapalma y al Indio Francisco Siti. Ramírez contaba entre sus jefes a Gervasio Correa, José Ricardo López Jordán, Lucio Mansilla y Francisco Pereyra. "Este triunfo que no ha sido evaluado en su real dimensión, impidió la amputación de la Mesopotamia del patrimonio argentino..." Aquí se terminó nada menos que la carrera de las armas de José Gervasio Artigas, quién se exilió en el Paraguay hasta su muerte; el Caraí Marangatú (Señor Bondadoso) perdió su símbolo de mando, la pluma de ñandú, en manos de Don Pancho Ramírez.
Se estima también que hacia el norte de estas tierras, anteriormente, a fines de 1810, cruzaron las tropas que, al mando del General Manuel Belgrano, se dirigían al Paraguay enviadas por la Junta de Mayo porque iniciado el camino desde la Bajada del Paraná hacia Alcaraz, debieron necesariamente utilizar el Camino Real y, por lo tanto, cruzar por Las Tunas ya que, si bien había un pequeño sendero por cerca de la costa, éste era de muy difícil acceso más que nada por las dificultades para cruzar los arroyos.

1825: EL GOBIERNO DE ENTRE RÍOS COMPRÓ LAS TIERRAS DE GARAY

El 21 de setiembre de 1825, siendo Gobernador de Entre Ríos don Juan León Sola, el Dr. Antonio Crespo, en representación de los herederos de Doña María Francisca Arias Cabrera y Saavedra y de Don Pedro Larramendi, a saber: José Teodoro Larramendi, María Josefa Larramendi, María de las Nieves Larramendi de Cabal, e hijos legítimos de éstos, vendió los mencionados campos (originalmente de Juan de Garay) que litigaban por su posesión varios candidatos, entre ellos la iglesia católica, al Estado Provincial en 10.000 pesos, con exclusión de los detallados en un anexo que habían sido vendidos o donados con anterioridad, los que, tasados en 2.000 pesos, fueron autorizados por los vendedores a descontar del total. Se hizo una entrega de 3.000 pesos y el saldo a pagar 3.000 pesos al año y 2.000 pesos al año y ocho meses, lo que en realidad no se cumplió hasta pasado el año 1835.
Hay que destacar que por entonces eran muchas las familias radicadas en la zona, que desde la fundación de Santa Fe "la Vieja" por parte de Juan de Garay, fueron arribando a la costa oriental del río Paraná con la finalidad de hacer pastar a los animales y poco a poco se fueron quedando. De allí que muchos apellidos, si bien son de ascendencia hispana, se vinculan con los paraguayos, nacionalidad de los soldados y pobladores que había traída Garay.

CENSO DEL PARTIDO DEL PARANÁ DE 1745

El primer Censo Poblacional en la zona, donde posteriormente se instalaron las Colonias "Municipal" y "3 de Febrero", fue levantado por Fray Roque del Pino del convento de San Francisco de Santa Fe, cuya confección data del 1º de setiembre 1745, con la finalidad de percibir alquileres de las tierras ocupadas en beneficio del convento. Esto nos permite conocer quiénes eran los que ocuparon las tierras de los Distritos Manga, Sauce y Espinillo en aquellas épocas lejanas; en la actual jurisdicción de San Benito, eran estos:
" Arroyo del Saucesito tirando a la costa de Las Tunas: Francisco Mendoza y su yerno Juan de Retamar, poseían ovejas, lecheras y chacra - Miguel de Leguizamón: rancho - Gerónimo Romero, bueyes - Juan Barreto, chacra y su suegro Blas el Guareño - Antonio Osuna, chacra - Luis Rivero Raposso, chacra y ganado - Tomás de Figueroa, chacra y lecheras - Florencio Martínez, chacra. Arroyo del Sauce Grande, Espinillo y Tunas, a rematar en la Capilla: Diego de Passos Figueira, chacra y ganado - Juan Martínez, chacra - Lorenzo Mendoza, chacra; Gerónimo, su cuñada, chacra - Mateo Tuyango y su yerno Andrés Pereyra, chacra - Cucho Montes, ganado - Capitán Felipe Portillo, chacra, ovejas y vacas - Viuda de Sebastián de los Rios, chacra, ovejas y vacas - Lorenzo Díaz Pardo, casado con Lorenza Gaete, chacra, ovejas y vacas - Juan Mendieta, chacra - Alberto Cardoso, rancho - Santos Guayreño, chacra - Orrego, chacra - Román, chacra - Juana Saucedo, mujer de Porras, lecheras, chacra y ovejas - Antonio Saucedo, chacra - Eusebio Galuleo, chacra - Canuta Alegre, chacra - Ana Osorio - Antonia de Altamirano - Lázaro Pérez - viuda del Capitán Pascual de Albornoz - Bernardo Almeida, chacras y lecheras - Lucas Velázquez, chacra y lecheras - Blás Duré - Francisco Maydana, chacra - Sebastián Melgarejo, chacra - Viuda Juana Ventura Lencinas, chacra - Pascual Díaz - N. Avendaño, chacra - Hermenejildo Arguello, chacra, ovejas y lecheras - Marcos Rodríguez, chacra - Juan Rodríguez, chacra - Miguel de Retamal, chacra - Diego Medrano, chacra - Baltazar Antúnez, chacra - Cristóbal Retamal - Lázaro González, chacra - Ignacio Almada, chacra, ovejas y lecheras - Juan Antonio Contreras, chacra, ovejas y lecheras - Juan de Alegre, chacra, ovejas y lecheras - Simón de Andrade y su yerno Eusebio Lencinas, chacra, ovejas y lecheras - Don Esteban Marcos de Mendoza, chacra, ovejas y lecheras - Antonio Berón, chacra, ovejas y lecheras - Josef Crespo, Margarita Vallejos, Lázaro Enrique. (4-11- 316/318)..."
Asimismo "en el Pago de la Manga  (hoy El Brete) y costa del Paraná había 241 habitantes y en Arroyo del Sauce, con un arroyo de por medio que le llaman Las Tunas, 172 habitantes"...

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA TIERRAS DE LA ZONA

Originalmente, en la época del Virreinato del Río de la Plata, las tierras se denominaban realengas, es decir, sin propietarios o señorío sobre ellas, perteneciendo a la Corona de España.
En el año 1638, mediante la Merced primitiva de Don Mendo de la Cueva y Benavídez, se transfirió a favor del General Don Cristóbal Garay y Saavedra, desde Punta Gorda (Diamante) hasta la desembocadura del arroyo Antonio Tomás, en la margen este de la costa del Río Paraná, teniendo como fondo nada menos que la costa del Río Uruguay, quién dejó fundada la “Estancia de La Cruz”. Seguramente se tuvo en cuenta que Don Cristóbal Garay y Saavedra era descendiente directo de Don Juan de Garay y de Hernandarias; Garay fue el primero en explorar en forma organizada estas tierras entrerrianas, regadas por una cantidad de arroyos y ríos, con una gran vegetación y con un pintoresco relieve producto de sus características lomadas y también se ocupó de fundar varias estancias, que desde la vecina Santa Fe sus poseedores mandaban a poblar con sus peones y capataces. Cave recordar que cuando se fundó Santa Fe se señaló como límite oriental cincuenta leguas al este de las barrancas del Paraná, aunque en la práctica solamente alcanzaron a llegar hasta Nogoyá. Por este tiempo vivían en la región aborígenes de la zona pampeana y tupí-guaraní, organizados en agrupaciones autónomas. Los indígenas oponían una tenaz resistencia a la ocupación de sus tierras para lo cual fue necesario reprimirlos con expediciones punitivas.
La orden de Los Jesuitas el 20 de noviembre de 1659 le compró al general Cristóbal de Garay una tercera parte de sus campos (otra tercera parte se las donó) desde Punta Gorda (Diamante) hasta la desembocadura del arroyo Las Conchas, manteniendo como fondo el Río Uruguay. Los jesuitas tenían la intención de extender las reducciones que habían iniciado tanto en Paraguay como en Misiones y denominaron estos campos como “Estancia San Miguel”. Más tarde, a partir de real decreto del 27 de febrero de 1767 firmado por Carlos III ordenando su expulsión, tuvieron que abandonar no solo esta estancia sino toda la América Meridional, en una maniobra dirigida por el comisionado real don Francisco de Paula Bucareli y Ursúa, por entonces Gobernador de Buenos Aires (nac. en Sevilla el 18/9/1708).
Estas tierras siguieron siendo explotadas por distintos dueños, principalmente por Don Francisco Antonio de Vera y Mujica, Gobernador de Santa Fe, quién era dueño de la Estancia “Las Conchas”, donde 1853 se creara lo que es hoy la localidad de Villa Urquiza, lindante al sur con la Estancia San Miguel.
Posteriormente la Estancia San Miguel pasó a ser de Doña María Francisca Arias Cabrera y Saavedra, casada tiempo más tarde con Don Pedro de Larramendi, por ser la sucesora de la herencia dejada por Hernandarias, reconocimiento hecho por el Gobernador de Santa Fe, Don Melchor Echague y Andía, quién le otorgó el título de propiedad el 5 de julio de 1777.

CONSCRIPCIÓN DE EMIGRANTES FRIULANOS

Desde el Comisariato General en Europa para la Colonización de la República Argentina (y los consulados) que había surgido como consecuencia de la Ley de Inmigración Nº817/76 dictada bajo la Presidencia de don Nicolás Avellaneda, se propiciaba la emigración al país, tal como puede apreciarse en los manifiestos que se publicaban tanto en Génova como en Udine y en otras aldeas del Friuli.

PROPAGANDA QUE EN ITALIA ENTUSIASMABA PARA EMIGRAR
Rápidamente se comenzó a correr la voz entre los friulanos que se estaban ofreciendo tierras en concesión gratuita (aunque luego aquí las cosas no eran tan así) para los agricultores, con una rebaja de hasta el 40% en el precio del pasaje. El costo normal del pasaje en Tercera Clase desde Génova (Italia) hasta Buenos Aires era de trescientos francos oro, pero a los emigrantes agricultores se les ofrecía el precio especial, con todos los gastos incluidos, de ciento noventa francos oro.
La partida de los vapores postales italianos ("Sud América", "Europa", "Nort América" y otros) se realizaba una vez por mes y la travesía duraba alrededor de sesenta días. "Poli e Caruggio" en Génova y "Giacomo Modesti" en la Vía Aquileya Nº 90 en Udine eran algunas de las Agencias que recibían a los candidatos a emigrar. Luego, fallecido Giacomo Modesti en 1881, se incorporó la Agencia "Colajanni e Franzoni" con oficina en Vía Fontana Nº 10 de Génova y en Vía Aquileya Nº 130 de Udine. Esta Agencia disponía de los vapores "Río Plata", "Pampa", "France", "Colombo" y otros, aumentando la frecuencia de los viajes. Para esta época ya se podían conseguir pasajes a ciento treinta y cinco francos oro.
A través de la ley Nº 817/76 se adoptaban las medidas para recibir a los contingentes de inmigrantes atraídos por esta tierra de promisión, que constituía una alternativa distinta para la masa migratoria que para esa época prefería dirigirse a los Estados Unidos.


LA LLEGADA PARA EMBARCAR EN EL PUERTO DE GÉNOVA, ITALIA.
El progreso técnico que se manifestaba en el nuevo sistema de comunicaciones telegráficas, la implementación de las líneas regulares de vapores entre Argentina y Europa, la publicación de avisos prometedores para aquellos que se decidieran venir hacia estas latitudes, la creciente presión demográfica, el primer envío exitoso de trigo hacia el exterior desde Rosario en 1876, además de las propias motivaciones, también estimularon la curiosidad de los friulanos, que comenzaron a llegar a Buenos Aires cuando paralelamente el gobierno nacional organizaba la lucha final para desplazar, más bien aniquilar, a los aborígenes del desierto; allí participaba junto Julio Roca el coronel Eduardo Racedo, que sería gobernador de Entre Ríos de 1883.

AMÉRICA ERA EL SUEÑO DEL ORO FÁCIL

La fábula del oro desde el descubrimiento de América fue la ilusión, el sueño inalcanzable de todos los pueblos y aldeas, en las que palpitaba el mismo deseo: partir hacia el lejano suelo americano en busca de una vida mejor.
La América era la Atlántida de las fábulas, llena de riquezas y buenaventuras, cuya sola evocación era un motivo más que suficiente para visiones esplendorosas, opulencias deslumbrantes y vidas liberadas para los aldeanos del Friuli que soñaban despiertos mientras masticaban lentamente lo poco con que contaban para alimentarse: un pedazo de pan y el infaltable tocino.
El sueño inalcanzable de las riquezas y el oro en América se iba transmitiendo de generación en generación y era un pensamiento dormido, oculto en el interior de los aldeanos, que se iba pasando de los ancianos a los jóvenes y ni las leyendas de barcos de los que nunca más se supo, de monstruos impresionantes, de naufragios en mares de gigantescas olas lograban hacer renunciar a ese sueño de cofres atestados de riquezas, que de a poco se iba transformando en un fanatismo histérico, incrustado en los mismísimos genes de los que en el transcurrir del tiempo no conocían otra cosa más que la miseria y el hambre.
Lamentablemente nadie les decía la verdad a los emigrantes al ser tentados a realizar la travesía hacia América, sobre todo que el oro de los sueños era en realidad el trabajo de sol a sol, sin descanso, lindante con la esclavitud, fatiga y dolor de muchos y ganancia de unos pocos. Nadie les decía en el lejano Friuli que aquellas tierras ofrecidas "sin cargo", sin desembolso alguno, a elegir como en la feria, cuando llegaban aquí estaba en poder de otros, ni tampoco les decían de las penurias y desgracias que les acontecían a los emigrantes que dejaban sus pertenencias, su familia y sus amores para venir a poblar estas tierras casi como quién lucha con la muerte: vencer o morir. Pero, no hay dudas; finalmente. Vencieron!
Los inmigrantes comenzaron a llegar a montones a nuestro país, llenos de esperanzas, inquietos y desorientados, respondiendo a la convocatoria de hombres bien intencionados y a la de otros, mercaderes de la irresponsabilidad y de la codicia; llegaban empujados por un fervor patrio fallido, corridos por el hambre y la esclavitud.
Aún no había desaparecido en el Friuli y otras regiones norteñas de la Italia la opresión "dei signore", cuando todavía se practicaba el denigrante e infame "derecho de pernada" del macho cabrío, que permitía el abuso del patrón de las mujeres de sus súbditos, verdadera bofetada a la dignidad femenina y a la hombría de los varones. En esta época Italia era un país con excedente de población agrícola bajo el régimen feudal. Luego de la guerra ganada a los austríacos en 1866 había comenzado un proceso de industrialización en los territorios recuperados de la región friulana. Sin embargo la población del Friuli, humillada por las sucesivas ocupaciones extranjeras, se reveló contra los acontecimientos políticos y militares posteriores, que no cambiaron en mucho el panorama en general para los colonos, pero que sí mejoraron el estado económico de la burguesía. "Todo cambia para quedar como antes", se expresaría en El Gatopardo.
Los italianos disidentes y los más pobres, los “sotans” comenzaron a aprovechar la hermosa oportunidad que se les ofrecía y optaron por el destierro a América. Algunos por las penurias y el hambre, otros porque disentían con pertenecer a la corona de Italia, con el Papa o con la república italiana. Hay que hacer notar también que, una vez obtenida la unidad de la nación a expensas de los campesinos y contra la voluntad del Papa, éste prohibió la participación de los católicos en la vida política y en la guerra tricolor.
Ante este cuadro de situación resultó fácil para que los desorientados campesinos fueran encandilados por una propaganda hábilmente tramada por comerciantes de nuestro país, ubicado en los confines del globo terráqueo, donde ya no se podía seguir viviendo aislados del resto del mundo con semejante territorio desocupado.
Había sido el General Justo José de Urquiza, desde la Constitución de 1853, quién influenció para que se abrieran las puertas de nuestra patria a todos los hombres de buena voluntad que quisieran habitarla; otros tantos más, de mala voluntad, también aprovecharon esta oportunidad.
Fue de esta manera que, por imposición de la realidad nacional y por las propias motivaciones del pueblo friulano, como de Italia y otros países europeos en general, comenzaron la epopeya de la Argentina de producir la mayor cantidad de semilla posible para un mundo que comenzaba a dar señales de acontecimientos, que al final desembocarían en los conflictos universales.
Desde Londres se había diseñado el destino político para América Latina, especialmente para la Argentina, dándole el rol de proveedor de semillas y alimentos, dependiendo comercial y económicamente de Inglaterra. Por este camino señalado por el capitalismo inglés comenzaban a transitar las clases menos favorecidas de Europa, entre ellas los friulanos, transformándose en “la levadura del inmenso pan que la Argentina comenzaría a distribuir por el mundo”.
En la Argentina estaban esperándolos con los brazos abiertos más que nada aquellos que se habían beneficiado con la expulsión definitiva de los indios, mediante la Campaña del Desierto, que dejó como botín de guerra la interminable pampa húmeda con las tierras más productivas del país y que, al fin y al cabo, quedó en manos de una privilegiada casta de porteños. La sangre india fue en definitiva abono para las tierras que habrían de trabajarse con la mano de obra barata que llegaba de Europa.
En este contexto general de país se enmarcó la colonización, en particular, de nuestra Colonia “3 de Febrero” que, como todo Entre Ríos, también esperaba el aporte extranjero auspiciado por el Gobierno Provincial.

CRIA DEL GUSANO DE SEDA

Es interesante conocer que los friulanos llegados al Departamento Paraná a partir de 1879 conocían el oficio de la cría del gusano de seda, entre otras actividades agrícolas.
Cierto que por entonces dicha industria había caído notablemente por la influencia del ingreso de la seda japonesa y también por las pestes que habían asolado la región del Friuli, entre ellas la “Pebrina”.
Una vez aquí, intentaron comenzar con dicha actividad pero el clima reinante nos les permitió lograr dicho objetivo. De ahí entonces que en la zona se puede ver, ahora como plaga, la proliferación de los árboles de mora, precisamente porque eran la principal fuente de alimentación de dichos gusanos; “el árbol de oro” le llamaban los franceses de la región sur de dicho país.
La “Pebrina” que asoló Europa por entonces, destruyendo los gusanos de seda, no era cosa que un parásito que aparecía en la defecación de los mismos y se notaban en las machas negras que dejaban en las hojas de mora; estas hojas consumidas por otros gusanos enfermaban y mataban a los mismos. Así entonces fue una peste que no se le encontraba solución en la región, aunque por ese tiempo en Francia el físico Louis Pasteur ya había descubierto la plaga y enseñaba a los campesinos franceses cómo combatirla

CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN FRIULANA

Echando una simple mirada sobre los datos estadísticos relativos a la emigración contemporánea del Friuli, es notable su aumento a partir del año 1866, con posteridad a la guerra con Austria. Luego de la anexión del Friuli al reino de Italia la emigración fue un fenómeno de claras características y de dimensiones diferentes a lo que se había observado hasta ese momento.
De acuerdo a diversos testimonios, uno de los principales componentes, que fue concurrente para determinar los motivos migratorios, fue el grave estado de retracción económica que se observaba por entonces en el Friuli.
Es importante advertir que algunos de estos componentes se fueron eliminando con cierta rapidez, siendo que mucho de ellos eran viejos problemas que venían afrontando.
Por ejemplo: solamente en tres décadas fueron numerosas las realizaciones que se operaron en el Friuli, empezando por la más antigua y, en cierto aspecto, fundamental, el rompimiento del vínculo feudal. La Ley respectiva fue sancionada el 19 de abril de 1870. Esta Ley era un significativo paso hacia adelante ya que había sido largamente reclamado, lo que esclarecía nuevos horizontes a la agricultura, al crédito bancario y a una economía más productiva.
El nacimiento de la banca se produjo casi inmediatamente a la victoria italiana con la apertura de una sucursal de la Banca Nazionale el 6 de diciembre de 1866 y fueron surgiendo también varias instituciones de crédito y educación cooperativa. También el ferrocarril adquirió un gran impulso, con el comienzo en 1873 de la línea Udine - Pontebba (Austria), la que, sumada a otras obras, se constituyó en una red ferroviaria de primer orden. La enseñanza adquirió un impulso notable con la apertura de numerosos colegios.
El clima liberal favoreció la apertura y el crecimiento de las asociaciones culturales y deportivas, mientras que la prensa le daba impulso a la actividad gráfica, con posibilidades de realizar una acción crítica y estimulante. Hubo grandes obras públicas y se ordenó la administración de la Comuna de Udine.
Aunque “L´Associazione Agraria Friulana” con su resguardo interesado al problema migratorio llevaba una acción concreta, progresivamente, fue tomando una tenue dirección hacia la representación de los intereses de los grandes propietarios y por tal razón no pudo desarrollar una acción positiva, ya que la mayoría de los agricultores friulanos, debido a aquel proceso de transformación, estaba compuesto por pequeños propietarios, cuyos intereses no coincidían con los de los grandes propietarios.
Por otra parte, la cría del gusano y la industria de la seda estaba en crisis en ese momento. La epidemia de “la pebrina”* desde antes de 1866 hasta fines de 1867 y la introducción de la seda oriental causaron efectos negativos en esta industria, aunque la apertura de numerosos establecimientos ocupaba mucha mano de obra, incluso faltaba ya que, igualmente los operarios preferían emigrar porque tenían posibilidades de ganar más en otros países. El más afectado fue el campesino, quién, privado de las utilidades que provenían de la crianza de los gusanos de seda, desfinanciados (quizás sobremanera porque también había que agregarle el aporte de la especulación, de los intermediarios que nunca faltaron) y realmente estaban atrapado por la indigencia, ya que aquel dinero que imprevistamente le comenzó a faltar era el componente insustituible de una magra ganancia, entonces vio delante suyo abrírsele las puertas de par en par para emprender la emigración. Esta fue una de las causas más importante para el aumento de la emigración del Friuli.
Otra causa no menos importante fue la social. Por esos años aún sobrevivían en el Friuli determinados aspectos autoritarios de parte del "patrón" en confrontación con el colono, extendiéndose a toda la agricultura friulana, más aún allí donde la pequeña propiedad conquistada con muchísimos sacrificios era susceptible del fraccionamiento y de la usura. Era evidente que la carencia de capital y del crédito jugaban un rol importante en las confrontaciones cotidianas; era una lucha que los pequeños propietarios debían afrontar individualmente. Para ello la solución hubiera sido la asociación, pero tropezaban no solo con el obstáculo de lo organizativo y programático. Se puede afirmar que una de las características típicas del friulano era el individualismo. Un individualismo que en algunos casos era aceptable y positivo y en otros casos era absolutamente negativo.
Una suerte de innata prevención para con la asociación se acoplaba a aquella primera causa para la innovación. Una sospecha pedante, miope, frenaba al friulano en su reporte hacia los demás y cuando tenía que enfrentar cualquier problema no tradicional, por ejemplo, cuando tenía que sembrar una semilla de trigo distinta a la usual.
En su afán por la autocrítica los friulanos se autobautizaron: “Firmes, honestos, trabajadores y encerrados en una torre de marfil”. Se puede concluir que ese absoluto individualismo, a veces envidioso, es largamente el mayor de sus defectos. Todo esto traía una dimensión como consecuencia: pequeñas oficinas, pequeños campos, pequeños intereses, pequeñas perspectivas; aún cuando el espíritu asociativo estuviera latente en cada uno de ellos, prosperaba más la envidia hacia el prójimo.
Estaban íntimamente convencidos que era necesario movilizarse, romper los viejos esquemas, abrirse, pero, faltándoles el coraje para tomar esa decisión, “no encontraban otro remedio que criticar despiadadamente, solo porque aquella nueva idea los sacudía del plácido sopor que los hacía felices, con las piernas sobre la mesa y con un vaso por delante”, tal la descripción de Pedro Silverio Leicht.
Es cierto que no se puede negar la responsabilidad de los demás para con el Friuli, pero el conformismo de víctima, la crítica perenne, la falta del salto para quebrar viejos esquemas, para afrontar una realidad más dinámica, para sentirse parte de una sociedad más grande que la de su propia casa, eran (y son) defectos que los friulanos debieron eliminar de cuajo si querían progresar y evitar que los demás los pisotearan siempre y de cualquier manera.
Más allá de la evidente opresión de las clases sociales más pudientes sobre los indigentes agricultores y colonos, se debe reconocer que también quedaban expuestos a la posibilidad de emigrar debido al espíritu demasiado pasivo que animaba sutilmente a los friulanos, para lo que contribuía con generosidad la acción de los clérigos.
Para ello basta con echar una mirada sobre el Friuli de hoy y conocer su propia opinión: "Las batallas sindicales y políticas, por ejemplo, tienen en el Friuli conductas bastante débiles. Débilmente se protesta, débilmente se pide y se pretende. Después, así como los demás están habituados a distintas formas de protesta, de petición, de pretensión y, por esa razón, son tenidos en cuenta, nosotros, discretos - en el fondo inofensivos - no sabemos más que refugiarnos en la estéril protesta detrás de las cuatro paredes de la casa o, a lo sumo, de la hostería... Nos falta siempre el envión para dar a nuestra voces el tono fuerte y decisivo, como si tuviéramos miedo de nuestras regiones, como si por ello debiéramos aparecer como provincialistas porque defendemos nuestros intereses".
Resumidamente, las principales causas que originaron la masiva emigración del Friuli a partir del año 1866 son las siguientes:
01.- La crisis de la industria de la seda, con la consiguiente retracción de la economía friulana en un 70%, provocando un grave perjuicio a los colonos criadores del gusano de seda.
02.- La crisis de la pequeña propiedad campesina como consecuencia de la disminución general del precio de los productos agrícolas, de las divisiones hereditarias, de la carencia de capitales, del excesivo fraccionamiento de los terrenos, de la excesiva presión fiscal, en especial sobre los productos de la canasta familiar.
03.- El progresivo retroceso social, en cuánto muchos propietarios, embargados por las deudas y las amenazas de ruina por parte de los usureros, preferían vender sus pocos campos y tentar fortuna en el extranjero.
04.- La masiva presencia en la sociedad rural de los "sotans", clase desheredada y abandonada, más nociva que útil para el proceso productivo agrícola, en condiciones de indigencia vergonzosa y con un mínimo de nutrición, remanente de lo que podría denominarse la peonada criolla.
05.- Un excesivo individualismo, característico de los friulanos, que se ponía aún más en evidencia en el contacto con la sociedad más evolucionada, ya que rechazaba la asociación, el esfuerzo coordinado, ideal para dar vida a las iniciativas de carácter industrial y de cooperación en el sector de labranza y en la venta de los productos agrícolas.
06.- La ausencia de una voluntad de reacción, de protesta, de manera que la condición de indigencia era asumida con resignación, sin ofrecer ninguna lucha.
07.- El proselitismo para propagar la idea migratoria, que los oportunistas habían instituido porque les posibilitaba lograr buenas ganancias organizando grupos de colonos para conducirlos hacia el extranjero, colocándolos en trabajos redituables o reclutándolos por encargue de emprendimientos extranjeros.
08.- La tendencia a considerar la emigración como única forma de salvación ante la situación económica bastante grave, entusiasmándose hasta los más jóvenes (aún los niños y las muchachas). Esta ilusión terminaba fatalmente por influenciar generaciones aún en formación, intelectual y física, de manera tal que la emigración se transformaba en la única perspectiva de vida.
09.- Una tendencia a uniformarse, dentro del círculo paisano, a las opiniones prevalecientes. Así se explica cómo algunos centros de emigración tenían una enorme cantidad de candidatos, no justificables por otra razón que no sea la propensión a uniformarse a la costumbre paisana, que por entonces era la de emigrar.
No obstante, hay algunos estudiosos que han sostenido que la gran onda migratoria friulana fue provocada solo por la presión fiscal ejercida por el gobierno italiano, en mayor medida que cuando dependían del gobierno austríaco.
La emigración masiva surgió del Friuli que hasta 1866 había estado anexado a Austria. Así, partieron en distintas direcciones desde Cormons, Casassa, Cervignano (Gorizia), Orsaria, Cantore Theresia (Cividale), Scodavacca, Muscoli (Trieste), Villa Vicentina, Tricésimo, Pradamano, Fiumicello, Villese, Foián, Romans, San Vito al Torre, Capriva, San Lorenzo, Mariano, Turriaco, Lucinico, Campolongo, Moraro, Monfalcone, Gradisca D´Izonzo, etc.
De esta emigración, según estadísticas, volvieron al Friuli años más tarde solo el 14% de los que se habían desparramado, más que nada por América; sin embargo, en el caso específico de la Argentina, hacia 1912 y 1914 habían regresado a su patria más del 30%, muchos de ellos convocados a raíz del primer conflicto mundial.
Las simpatías hacia el Emperador Francisco José de Estrasburgo, (Austria), "il Kaiser Cecco Beppe", (Franz Joseph Des Ersten Kaisers Von Oesterreich, para los austríacos) en unos, la influencia de la iglesia católica que se oponía al proceso de industrialización en la región en otros y la generalizada esperanza de una vida mejor, hicieron que se iniciara la emigración en masa a partir de 1870 en adelante.
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1866: FIN DE LA GUERRA ENTRE AUSTRIA E ITALIA

En el año 1866, cuando los austríacos cedieron la región véneta y friulana a Italia, se denotó una gran indiferencia de parte de las masas populares desea zona fronteriza, que estaban muy influenciadas por los clérigos de la iglesia católica, quiénes desconfiaban de las actitudes histéricas de algunos liberales. Cuando la noticia de la sesión a Italia y de la paz llegó a Udine no se exteriorizó la más mínima manifestación, fue como si se "tratara de una paz estipulada entre China y Japón", tal como lo describió en una misiva Quintino Sella, el Interventor designado por entonces por el gobierno italiano para conducir el Friuli.
El armisticio entre Italia y Austria se firmó el 12 de agosto de 1866 en Cormons y el 3 de octubre del mismo año se estableció la paz en Viena, fijando los antiguos territorios del reino lombardo-véneto (siglo XVI) como fronteras, en una medida política y geográficamente discutible, porque se separó territorios indivisibles por su geografía, llegando a partir por la mitad las casas, los campos y todo lo que se interpusiera en esa nueva frontera trazada.
De esta forma el Friuli oriental dejaba de pertenecer a Austria. Entre el 12 y el 16 de octubre de 1866 los austríacos abandonaron una parte del Friuli (Palmanova, Osopo, Clemona, Cividal, etc.). El 21 y 22 del mismo mes la provincia de Udine expresó a través del voto su voluntad de anexarse a Italia, bajo el cetro del Rey, “Vitorio Manuelle II”. Pero es importante destacar que en esta elección solo pudieron votar los ricos, originando desde entonces las diferencias que se irían profundizando con el tiempo.
En general los gobernantes italianos, siempre en pos de una política unitaria exasperada, no apoyaron ninguna propuesta de descentralización regional ni fomentaron acciones tendientes a preservar las culturas locales, que estaban muy acentuadas a partir de la base idiomática.
El Friuli fue considerado tan solo un apéndice de la región véneta y como zona fronteriza. Hasta el mismo nombre desapareció de los registros oficiales, siendo absorbido por la denominación Venecia-Eugánea. Todo lo contrario se había advertido desde el gobierno austríaco, que denotaba un poco más de respeto hacia las diferentes etnias, al menos desde el punto de vista formal.
La clase política local de los friulanos, si bien era digna de elogios por su honestidad, no supo resolver los problemas de los friulanos a partir de tutelar la unidad étnica del Friuli, que se vino a dar muchos años después.