ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.

ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.
ANA LODOLO DE COIZ, un símbolo de la imigración friulana, llegada a la Colonia 3 de Febrero en 1879

martes, 13 de julio de 2010

FRANCISCO SEGUÍ VS. EL CURA URIARTE

Don Francisco Seguí comenzó a tener problemas con los colonos, posiblemente por la fuerte vinculación de éstos con la iglesia. Las cosas se fueron agravando hasta que en algunos medios de prensa de Paraná aparecieron duras críticas al accionar de este Juez de Paz en agosto de 1895.
En respuesta, el miércoles 13 de agosto de 1895, en el diario “El Entre Ríos” de Paraná apareció la siguiente información: “NOTICIAS: Haciendo justicia. Se nos ha presentado el señor D. Francisco Seguí, Juez de Paz de la Colonia “3 de Febrero”, manifestándonos que son totalmente inciertos e injuriosos los cargos que se le dirigen por los diarios opositores de esta localidad.
Que la separación de la maestra Eufemia Moscardo (Muscarda) de Lafi se debe al pedido de varios vecinos de aquella colonia, entre los cuales figuran los señores Luis Cabral, Luis Borgobello, Literio Balta (Stelio Vatta), Francisco Fontana, Francisco Seguí y José Vicia (Bisiac),que se presentaron con fundadas quejas al C.G. de Educación.
Que, lejos de contrariar a los fines de la educación, protege a las escuelas, contribuyendo con mobiliario y cantidades mensuales al sostenimiento del Establecimiento de enseñanza que tienen las Hermanas de la Caridad.
Y finalmente que sus diferencias con el señor cura renunciante don Juan Bautista Serati (Uriarte) fueron motivadas porque aquel sacerdote contrariaba por todos los medios a su alcance la ley de matrimonio civil.
La propaganda que contra dicho Juez de Paz se está haciendo, es tan solo resultado de esas discordias que tan fácilmente se desarrollan en las pequeñas localidades.
Lo que nosotros podemos afirmar con justicia es que el señor Seguí se sacrifica en sus intereses al continuar desempeñando el juzgado, que ha querido renunciar, no efectuándolo a pedido de los muchos amigos con que cuenta en aquel punto, del que es una de las personas mas expectables y estimadas”.
Con esta información, no resulta difícil deducir quién fue el autor de una carta publicada por el mismo diario el 23 de mayo de ese año, contra el cura Uriarte que para junio fue relevado en su responsabilidad por el cura Pascual Robilotta: “CAMPO NEUTRAL. Paraná mayo 7 de 1895. Señor Director de El Entre Ríos. Ruego a usted publicar en su acreditado diario las siguientes líneas, anticipándole por ello mi agradecimiento. Saludo al señor Director. - N.N. - (Garantido): El domingo 5 del corriente fui solicitado por una pobre madre para ser padrino de su hijo, el que debía ser bautizado en la Colonia San Benito donde una y otro tenemos nuestra residencia.
Con ese objeto me apersoné al Cura con la que debía servir de madrina de la criatura; pero no fue posible realizar el bautismo a causa de las dificultades sugeridas al Párroco por su propia estupidez o ignorancia. Este me sometió a una serie de interrogaciones, y al saber que yo era casado civilmente, me dijo que no podía ser padrino del niño, conceptuando seguramente como un impedimento absoluto para ser testigo en aquel acto, el hecho de no ser casado canónicamente.
El mismo caso sucedió vez pasada con la señora Teresa Palacio de Cabrol, a quién no le permitió ser madrina, porque se había casado civilmente, siendo este casamiento, a juicio del fanático e ignorante párroco de San Benito, un verdadero “concubinato”.
Me he decidido a dar publicidad a estos hechos, para que lleguen a noticia de la autoridad eclesiástica, y ponga sobre ellos el remedio que corresponda. El proceder de aquel sacerdote es digno de toda censura, no solo porque desacredita la ley del matrimonio civil, juzgando a este como un “amancebamiento” culpable a los ojos de la religión, sino porque funda en este mismo hecho un impedimento absoluto para ser testigos en aquella ceremonia no indispensable del culto.
Espero que esta exposición no será desatendida por los que tienen la dirección o el gobierno de la iglesia del Litoral”.
El cura Juan Bautista Uriarte ya había tenido una situación enojosa con el Secretario del Juez de Paz, don Pedro Arévalo, poco creyente también, ya que en el año 1892 le había bautizado en forma privada una hija natural de éste, llamada Eloisa, a la que no quería por nada que sea bautizada.

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