ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.

ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.
ANA LODOLO DE COIZ, un símbolo de la imigración friulana, llegada a la Colonia 3 de Febrero en 1879

martes, 29 de junio de 2010

EL TRANSPORTE. LAS DILIGENCIAS

Propaganda de las Mensajerías que aparecía en “La Opinión de Entre Ríos” de Paraná en 1881,
en la que se menciona a don Antonio Rossier en el Paso de Las Tunas
(Actual Acceso Norte y Arroyo Las Tunas)
Como ya ha quedado establecido, la Posta de Antonio Rossier en Las Tunas se ubicaba en la esquina noroeste de la Concesión Nº 1 de la Colonia 3 de Febrero, a unos 500 metros del actual puente en Ruta Nº 18. Las Mensajerías ocupaban grandes carruajes de cuatro ruedas, bastante elevados y de 15 a 20 personas de capacidad, los que eran tirados por 8 a 10 caballos que debían mudarse en cada posta; estos fueron los únicos medios de transporte terrestre que se utilizaron por muchos años en la provincia hasta la llegada del ferrocarril, que fue relegando a las mensajerías y galeras para el servicio de las poblaciones donde no corrían las vías del tren.
En las diligencias, en un de los caballos de adelante iba el cuarteador o postillón que hacía las veces de guía y corrían con una velocidad vertiginosa, subiendo y bajando en los campos quebrados y atravesando arroyos y cañadones. Alejo Peyret hizo alguna alusión al respecto:"... Los caballos devoran literalmente el espacio...cada dos o cuatro leguas se mudan en las postas y llueven los latigazos. Que diría, que pensaría un miembro de la Sociedad protectora de animales si viese como tratan a esos cuadrúpedos. Los viajes en diligencias son extremadamente incómodos, especialmente los largos: el polvo, el calor, la lluvia o el frío, además de una forzada inmovilidad, son inconvenientes insalvables...
Como es fácil de comprender, las diligencias no podían transportar mucho peso, limitándose apenas a pequeños bultos y encomiendas, con un costo elevado. Cuando se trataba de grandes cargas, era necesario apelar a otros recursos como las tropas de carretas tiradas por bueyes. Don Gabriel Carrasco, en su obra "La Provincia de Santa Fe" las describió como "... uno de los espectáculos más notables y curiosos que puede presenciar un extranjero llegado a las playas argentinas: es, sin duda, la marcha de un gran convoy de carretas de bueyes, cruzando con majestuosa serenidad las soledades de las pampas, formando una fila de muchas cuadras y produciendo un áspero y característico chirrido por el frotamiento de sus grandes ruedas de madera con los ejes del mismo..."
Cada carreta era tirada por cuatro o seis bueyes y manejada por un peón por medio de una picanilla; cargaban hasta 1.600 kg. y marchaban entre 25 y 40 km. por día; estas tropas eran muy numerosas en la provincia, de las que se servían comerciantes y hacendados para el transporte de mercaderías y frutos desde y hacia la ciudad, por lo que la Posta de Antonio Rossier era un lugar muy concurrido, hasta que, pocos años más tarde, se habilitó la posada de José Pando, con almacén, panadería, herrería, etc. que la transformó en el lugar más concurrido, ya que también se había habilitado al paso el camino que en la actualidad se denomina Boulevard Basavilbaso y que comenzaron a utilizar con más frecuencia los colonos. También estas tropas de carretas cedieron su paso al ferrocarril, quedando únicamente para el transporte de carbón, leña y otras maderas extraídas de la selva de Montiel.

Los carros de dos y cuatro ruedas eran los más usuales en la Colonia para el traslado urbano y rural, habiéndose reemplazado los tirados "a la cincha" (sistema que consistía en atar el pértigo del carro a la cincha de caballo sobre el que además iba el jinete), por los tirados “al pecho". También fue usual desde un principio por los colonos el transporte a caballo, por ser el más rápido y sencillo.

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