El descanso fue corto ya que la continuidad del torneo se programó para el lunes 9 de enero y se pensó nuevamente en la cancha Belgrano para el encuentro entre San Benito Vs. Instituto en horario nocturno. Una gran delegación se preparaba para ir hasta Salta y Victoria de Paraná para alentar a los jugadores, pero la lluvia impidió el viaje y hubo que esperar hasta el miércoles 11 de enero. La extraordinaria campaña del equipo rojiblanco, virtual campeón de ascenso, hizo que se convocara una inmensa cantidad de aficionados para concurrir a la cancha, teatro de verdaderas hazañas, a ver un partido definitivo: el triunfo coronaba campeón a los “chacareros”, pero la juvenil formación de Instituto había prometido dar lucha con sus valores individuales de mucha capacidad. El triunfo no admite mayores comentarios: ganó San Benito 4 a 2 y se consagró Campeón de Ascenso de 1955.
La prensa capitalina reconoció el triunfó y la excelente campaña de esta manera: “San Benito, Campeón de la Temporada de Ascenso del año 1955. Una campaña plena de aciertos lo faculta a incursionar con éxito en el círculo de privilegio. Hasta cumplirse la antepenúltima fecha de la rueda complementaria,- ocasión que San Benito se consagró virtual Campeón – es indudable que el certamen de los sábados brindó buena alternativas de interés perfectamente demostrado a poco que recordemos la recaudación que hubo en el partido decisivo que sostuvieron Don Bosco y San Benito cercana a los 9.000 pesos, lo que indica claramente la preferencia del público paranaense por este torneo menor.
Especialmente la lucha por el primer puesto que desde el vamos se disputaron los equipos “santos”, los más destacados en el decurso íntegro del torneo, llegó a conformar una puja de colorido, de real atracción.
Y es que, decididos sus protagonistas ha hacer prevalecer sus ansias de triunfo, los aficionados – ausente por momentos la calidad técnica – vieron satisfechos sus deseos de presenciar luchas altamente reñidas, intensas y no exentas de emotividad por imperio precisamente de la gravitación que el resultado de cada encuentro encerraba para la chance de sus posibilidades.
Ahora, finalizado prácticamente el torneo, San Benito se ciñe merecidamente la corona de Campeón. Durante el transcurso del mismo exteriorizó las virtudes necesarias como para aplaudir largamente su conquista. Efectivamente, líder absoluto y definitivo del campeonato, demostró atributos que le son ampliamente conocidos; garra, dinamismo y afán indeclinable de lucha, condiciones todas estas alimentadas por la fuerza motriz de un corazón de deportistas natos y caballerescos, que salen a defender con amor los colores de su club.
Su triunfo no extraña a la afición pues seguramente recordarán que el año anterior se clasificó tercero y en la pretemporada venció a calificados elencos de Primera A y se adjudicó brillantemente el certamen sextangular que organizó Instituto, todo lo cual nos inclina a pensar que la corona de campeones que hoy ostentan sus integrantes no es fruto del azar, sino consecuencia de una esmerada preparación física y una dedicación consiente a los factores técnicos del juego lo cual ha quedado – siempre que se ha presentado a la gramilla de un campo de fútbol – perfectamente demostrado.
Dejando de lado su característica de juego, su resistencia y demás cualidades, señalaremos una que llama poderosamente la atención en estos momentos en que el fútbol – salvo raras excepciones – adolece de lo que a los muchachos de San Benito pareciera sobrarles: caballerosidad y corrección deportiva.
Si señores, en los dos años que lleva militando en el seno de nuestro fútbol sus integrantes no han recibido sanción alguna del Tribunal de Penas lo que alza considerablemente el valor de su incuestionable victoria. Equipo parejo, rendidor, tuvo destacadas figuras con Pedro Musich, el arquero menos vencido; Gerardo Michelín, capitán, motor y baluarte del conjunto; Monay, Falco José María, O. Toffolini y Guzmán, se destacaron en la línea media y delantera, sin por eso dejar de lado a hombres como los hermanos Téntor, ejemplos de serenidad y seguridad; Carlos Costa, otro pilar defensivo y poseedor de formidable shot; Luís Zorzenón y Horacio Iza, cumplieron bien su cometido y en el ala izquierda el centro forward H. O. Falco y Alfredo Guzmán, se turnaron en este difícil puesto, destacándose ambos por su peligrosidad.
Fue el mejor equipo y esa superioridad ha quedado demostrada al acercarnos a la tabla de posiciones; solamente nos resta desear a estos bravos muchachos “rurales” honroso papel en la categoría superior”.
Faltaba jugar el último partido de compromiso; había que enfrentar en la jornada nocturna del domingo 15 de enero, en cancha de Belgrano, al aguerrido Alumni, que le había dado varios dolores de cabeza con anterioridad. El conjunto campeón llevaría todos sus titulares y Alumni prometía formar de esta manera: Saboldelli; López y Miño; A. Thuot, Rabuffetti y Chimento; García, G. Thuot, Báez, Giménez y Saldaña. Nuevamente la lluvia jugó una mala pasada y el encuentro se concretó en la noche del miércoles 18 de enero, dándose un empate en dos goles por bando.
La fiesta continuaba a través del comentario, del encuentro circunstancial con los protagonistas, en la charla de las esquinas, en lo de Don José Gasparín, en lo Rodríguez o en lo de don Pedro Vieytes, en todos lados el comentario era único: la conquista del campeonato en el fogoso torneo de ascenso de la L.P.F. La imaginaria corona de laureles paseó en el carro triunfal por todos los rincones y desde todos los costados no partieron más que aplausos y felicitaciones.
Hubo oportunidad de reencuentro y de nuevos ¡vivas! cuando se realizó la Cena de los Campeones el sábado 28 de enero en el salón social. Allí todo fue festejos.
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