ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.

ANA LÓDOLO DE COIZ, luego DE BIGOT.
ANA LODOLO DE COIZ, un símbolo de la imigración friulana, llegada a la Colonia 3 de Febrero en 1879

jueves, 19 de agosto de 2010

CAPÍTULO XXXI

No se puede cerrar este capítulo sin hacer notar que a la par del equipo de fútbol nació la hinchada, sin las características de las actuales barras bravas, pero con el mismo fervor, el mismo calor que sostuvo y sostiene el amateurismo, que en la jerga popular tradujo el rendimiento, acuñándolo para siempre en lo que dio en llamarse el “amor a la camiseta”. No se puede desconocer que los primeros deportistas siguieron vinculados al club, al menos en una buena cantidad, y fueron los simpatizantes de los que iban surgiendo; fueron asimismo los que tiempo más adelante se nuclearían para jugar algunos encuentros de “veteranos” que concitaron el interés general.
Y los hinchas fueron muchos!...en el tiempo los hubo fervorosos. Fueron primeros los chicos, los jóvenes, los hombres, pero no tardaron en alistarse las mujeres para dar su voz de aliento al costado del alambrado. ¿Pero quién puede dejar de reconocer que si algún día hubiera de construirse un monumento al hincha de San Benito, el mismo deberá ser para una mujer emblemática: la recordada “Doña Rosa” que eternizó la arenga: - ¡Dale Monai, Dale Monai! - ?
No es una referencia a la utópica “Doña Rosa” de aquel famoso periodista de la televisión nacional. La sanbenitense fue de carne y hueso; se trata de doña Dodolina Rosa Musich de Gabás. Nunca faltaba a la cita futbolera; allí estaba siempre detrás del alambrado, preferentemente detrás del arco del sur en la cancha nueva, alentando con fervor a los muchachos. Ese aliento de la referencia es en alusión al mediocampista (half en inglés) Ademar Monai, jugador de la época de oro del equipo de los “chacareros” como lo llamaban algunos comentaristas de Paraná.
Doña Rosa Gabás, como mejor se la conocía, tenía un carácter incisivo y su simple presencia atraía; era conversadora; su acción permanente la llevó a ocupar lugares en distintas comisiones del pueblo y fue la mujer política más importante que haya dado San Benito hasta la fecha. Efectivamente, fue una gran peronista y tuvo adoración por la mítica Evita.
En febrero de 1951 había sido elegida como Presidente de la Unidad Básica Femenina Peronista de San Benito, siendo secretaria doña Eugenia Zink de Gambelín, y llegó a la localidad para ponerla en funciones la senadora censista doña Juanita Larrauri de Rotundo, cantante de tango y una gran dirigente peronista. El 10 de julio de ese año tuvo oportunidad de ser recibida por Eva Duarte de Perón en Buenos Aires a donde concurrió con Nelly Dina Musich y otras militantes entrerrianas.
Por último, si bien todos fueron importantes para prestigiar la divisa, no se puede olvidar a un jugador nativo de la localidad que hizo escuela en el fútbol paranaense y que por entonces comenzaba a ser una figura reconocida. Tal vez no tuvo la exquisitez de los virtuosos del fútbol, pero dejó enseñanzas extraordinarias. ¡Era puro corazón y garra!; ¡su optimismo y su tesón contagiaban!...
Tal vez sea un desperdicio recordarlo en esta etapa de la historia que va uniéndose a través de una cronología de hechos, si se tiene en cuenta las grandes jornadas que vendrían años más tarde cuando llevaba la cinta de capitán y apuntalaba el equipo desde la defensa; pero arrancó siendo un líder deportivo y por ello es necesario adelantarse.
Se trata de Gerardo Alfredo Michelín, más conocido por el “Tito” y años más tarde como “El Pelado Michelín”, quién mientras hubo de vestir una camiseta, la devolvió empapada en transpiración. A veces era demasiado expeditivo, pero siempre cumplía con el objetivo de alejar la pelota de su área, habiéndose acuñado el adagio futbolero: “rechazó a lo Michelín”, cuando se trataba de alejar la pelota “pumba y para arriba”. Esta referencia es para cuando jugó en puestos defensivos, porque en sus inicios fue un atacante letal por la punta derecha y un jugador con sed de gol. Supo ganarse a fuerza de coraje la cinta de capitán cuando años más tarde vistiera la casaca sanbenitense.
Aún cuando en esta etapa del club no había afiliación a la Liga Paranaense de Fútbol, él tenía su ficha de jugador en el Club Universitario de Paraná, equipo con el que se consagró Campeón de Primera A en 1952. En dicho club se constituyó ese año en una figura descollante, integrando aquella delantera “azul y blanca” con: Gerardo Michelín, Romeo Blasón, Juan Carlos Frutos, Andrés Modesto Lencioni y Euclides López. Fue figura en el partido final que los consagró frente a Patronato y convirtió un gol, para darle el triunfo a su equipo por 2 a 1.
Sus condiciones fueron valoradas por toda la afición paranaense y las mismas lo llevaron a vestir la casaca celeste del combinado de la Liga en muchas oportunidades, habiendo debutado en la Copa “Challenger” disputada en Concordia en diciembre de 1952; fue muchas veces convocado para jugar por el combinado liguista como más adelante se podrá comprobar.
El “Pelado” Michelín, como lo llamaba la tribuna al momento de retirarse de los campos de juego, quedó para siempre en el sentimiento de los hinchas sanbenitenses y dejó su intachable ejemplo como jugador amateur.
Pero también fue uno de los adalides de algo que mereció el reconocimiento unánime de la afición deportiva de esa época: un ejemplo de caballerosidad; si vale una anécdota para dimensionarlo, hubo una oportunidad que jugando un partido oficial los rivales habían convertido un gol legítimo pero el árbitro lo había anulado creyendo que la pelota no había entrado en el arco y él, siendo capitán del equipo, le informó al juez que la pelota había ingresado y el mismo fue convalidado…¡hoy eso se llama mal compañerismo! ¡No se puede negar que eran otros tiempos!

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