Fueron desde 1914 a 1935 los veintiún años necesarios para iniciarse en este popular deporte y para permitir que muchos niños y jóvenes aprendieran las primeras enseñanzas para su práctica, de tal manera que desde el nacimiento del actual “Club Atlético y Social San Benito” las cosas eran distintas en el sentido de que había un conocimiento futbolístico primario entre los niños y jóvenes.
Como tampoco hay mayores precisiones sobre la razón que motivó una refundación y el cambio de la denominación del Club, se puede suponer que pudo haber algún tiempo en que aflojó la actividad de aquel club de don Jacinto Roberto Pérez, posiblemente a partir de que se hizo cargo de la dirección de la Escuela N° 28 el maestro José María Lafarga. Sirve para el análisis lo siguiente: un informe producido por el inspector escolar Benjamín Álvarez en 1934 indicaba respecto al maestro Jacinto R. Pérez que “es trabajador, entusiasta y bien inspirado en su mayor perfeccionamiento, ha realizado buena labor educacional y puesto en práctica las sugestiones e instrucciones de que se le han impartido; goza de ascendencia en el vecindario; posee condiciones para desempeñar el cargo inmediato superior”. Su esposa, doña Sebastiana Rivero, que aún ejercía en la escuela N° 28, tenía un buen concepto ese año. La maestra Sebastiana Rivero había llegado a San Benito en 1915, con 22 años, soltera, siendo maestra provincial con Título Supletorio, en reemplazo de la maestra Isolina Casanova.
Es indudable que, tras la partida del maestro Jacinto Pérez, se fue uno de los principales entusiastas del deporte y pudo haberse llevado con él aquella ilusión de concretar un club deportivo con alguna importancia en la región. No hay un documento que lo certifique, pero los indicios permiten aventurar esta explicación, ya que la práctica deportiva estuvo adormecida por algún tiempo.
Por la misma época había sido reemplazado el Pbro. Pedro Alumni (que estuvo en la parroquia desde el 24 de junio de 1913 al 10 de agosto de 1935, fecha en que presentó su renuncia) por el Pbro. Manuel Santiago Peralta. Este se hizo cargo el 15 de diciembre de 1935 y permaneció en el mismo hasta el 20 de enero de 1939 cuando llegó el Pbro. Horacio Tomás Laurencena y él fue trasladado a la Parroquia de Gualeguay.
En esta etapa de transición es muy posible que el mencionado cura no haya tenido una rápida integración en la comunidad, pese a sus extraordinarias cualidades, llenas de mansedumbre y bondad. Estuvo un corto tiempo en relación a otros presbíteros que pasaron por esta parroquia, pero en su período trató de tener una relación aceitada con los jóvenes, habiendo organizado la Acción Católica con nueve miembros; de ahí al incentivo de las actividades deportivas entre los jóvenes hay un corto camino.
Con el maestro nuevo y con el cura nuevo, pudo haber un corto tiempo que faltó algo de integración o de comunicación entre los jóvenes y por ende la actividad del club tendió a disminuir. Pero rápidamente se reactivó a través de la formación de un equipo que causaba sensación en la zona, que se recordó por mucho tiempo. En ese recuerdo se destacó Don Juan Bautista Pralong, quién era el encargado de transportar a los intrépidos jugadores en un carro tirado por burros a las primitivas canchas de fútbol de la zona. El arquero por entonces ya era Antonio Pellarini y siempre fue mencionado el delantero Antonio Picotti autor del primer gol olímpico para la casaca celeste y blanca que se recuerda: fue en 1936 en un partido entre el equipo “(Dr.) Laurencena” de El Brete y “San Benito”.
A propósito, siendo presidente del club Don Raimundo Miguel Hilarza y en plena acción el equipo representativo, los simpatizantes ya se convocaban en cierta cantidad y en los partidos alentaban haciendo alusión a “San Benito”…este habría sido el motivo para que se cambiara el nombre del club.
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